Para nosotros tomar el curso fue una pieza fundamental para lograr el parto que queríamos. Cada sesión salíamos sorprendidos de todo lo que no sabíamos acerca de la experiencia del embarazo y del parto. Pensabamos que ibamos a aprender técnicas de respiración, de relajación y punto. Sin embargo, si no hubiera sido por la informacion que recibimos nos hubieramos entregado “ciegamente” en las manos del médico, y en cambio pudimos ir decidiendo en base a lo que nos hacía sentir más seguros, más comodos y más confiados. Y en este sentido, algo de lo más valioso que aprendimos es que estar informados te permite conocer tus opciones, saber que puedes elegir. Conocer y comprender cómo el cuerpo se prepara para dar a luz me pareció maravilloso, me hizo sentir sumamente confiada en su sabiduría y en su capacidad para llevar a cabo el plan para el cual naturalmente está diseñado. Le fui perdiendo el miedo al dolor al conocer y practicar técnicas, posturas y actitudes para sobrellevarlo. Me fui convenciendo de que quería y podía tener un parto natural. Entonces lo platiqué con mi ginecólogo pero me dí cuenta de que él seguía al pie de la letra las rutinas hospitalarias que, en aras de brindarte una cierta “seguridad” inevitablemente van coartando tu libertad. Yo no quería un suero que me impidiera adoptar posturas para estar mas cómoda, ni una anestesia que me adormeciera y me impidiera sentir la llegada de mi bebe, mucho menos parir acostada y en contra de la gravedad! Y entonces busque una doctora que coincidiera con mis ganas de tener un parto natural, humanizado y respetado. Y afortunadamente las hay!! Al final de cuentas conocí una partera y terminé teniendo mi parto en casa. Fue una experiencia íntima, hermosisima y empoderadora. Y fue así gracias al apoyo de mi pareja, quien fue mi “doulo” pues se involucro y participó activamente a lo largo de todo el proceso, haciendome sentir acompañada, apoyada y segura. Todo fluyó sin complicaciones gracias a que estabamos bien informados, sabíamos a lo que ibamos, y a que fuimos construyendo la certeza y la convicción de que el parto no es una enfermedad sino un acontecimiento natural en el que se despliega el milagro de la vida. Millones de gracias Guadalupe, Mercedes y Ma. Elena por darnos esa confianza, por su cálido recibimiento y por la entrega y pasión con lo que acompañan cada embarazo. Las recordamos con mucho cariño, Mónica, Jacobo y bebe Siddharta

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