Por Guadalupe Trueba
Gracias Lupe… está perfecto nuestro hijo.
Estamos muy agradecidos contigo y muy felices. Tenemos un
hermoso niño de nombre Emil de 3,120 kg y 51 cm.
Está muy bien y lacta excelente, tus cursos nos fueron
de gran utilidad.
Soizic llegó al curso en “Experiencia” diciendo con toda claridad lo que deseaba para el nacimiento de su bebé y Gabriel, su marido, la observaba entre orgulloso y admirado por la claridad en sus intensiones.
El médico que visitaban, si bien contaba con gran experiencia y era muy profesional, acostumbraba atender los partos de manera convencional, con las intervenciones y rutinas que distinguen ese modelo. Pero no era eso lo que Soizic buscaba por lo que no tardó en cambiar de consultorio cuando encontró un obstetra convencido de que el parto es un evento de salud y debe estar centrado en la mujer.
Un día Soizic y Gabriel llamaron para decirme que me habían elegido como doula de su parto… Me sentí orgullosa y feliz porque sabía que con el médico que habían elegido los partos eran hermosos. Durante la entrevista que tuvimos antes del día del parto en varias ocasiones ella dijo sentirse muy tranquila y segura. Repetía una y otra vez: “conozco muy bien mi cuerpo”; frase que Gabriel confirmaba con prontitud.
Se sucedieron las semanas hasta que una noche, pasadas las dos de la madrugada, sonó mi teléfono y recibí la noticia de que había llegado el momento de ir al hospital porque las contracciones así lo ameritaban. Hablé con ella y noté en su voz tranquilidad en las pausas aunque vocalización en las contracciones; se percibía en ellos la seguridad de estar haciendo lo correcto. “Cuando lleguen al hospital y revisen lo avanzado del parto me llaman y los alcanzo de inmediato”.
Me comuniqué con el doctor para decirle: “Soizic va camino al hospital y dice sentir contracciones cada tres minutos con deseo de pujar… es la primera noticia que recibo de que había iniciado el parto y estaré pendiente para pedir taxi e ir si aún me da tiempo, porque si llega pariendo, ni cómo intentarlo”. Llamo de nuevo para ver cómo van en el camino y me responde Gabriel: “Recién llegamos y el bebé está naciendo”.
Afortunadamente hay hospitales, como el que habían elegido, que recibe estos sorpresivos nacimientos como algo normal. Me perdí de la oportunidad de apoyar y ser la doula de Emil quien nació un día después de la gran luna llena que gozó el mundo entero. Habiendo quedado en la sala de mi casa y siendo más de las 3:00 de la mañana intenté dormir… tarea difícil porque la oxitocina, desde lejos, también hace su trabajo con todos los que gozamos de estos nacimientos.
Bienvenido Emil… tu nacimiento fue tan hermoso y sorpresivo como tenía que ser y estuvieron presentes los que tenían que estar. Así es como vienen los “imprescindibles” a este mundo. Aún tengo grabado en mi teléfono el mensaje de tu papá: “Gracias Lupe… está perfecto nuestro hijo”.