Por Patricia Ochoa
Que delgada es la línea en momentos críticos, que requieren de un gran esfuerzo, concentración y entrega incondicional y amorosa como los que enfrenta la mujer que está entrando a la recta final de su trabajo de parto. Y esa delgadez sólo ella la percibe, no se trata de medirla, de poner nombres, tiempo, sino dejarla que fluya a su ritmo y a su manera.
Solo la mujer, quien está conectada con su cuerpo y su bebé, bañada en hormonas y todas esas sensaciones de olas que van y vienen en distintos ritmos, inmersa quizá en esa furia de oleaje que parece interminable, tiene la sabiduría del rumbo que tomará el nacimiento de su bebé, su sentir y decisiones deben de ser escuchadas y respetadas.
El nacimiento de ayer me confirmó una gran lección: para quienes tenemos la fortuna de “acompañar” a las mujeres en este mágico y poderoso recorrido que es el trabajo de parto y parto, debe quedarnos claro que solo ellas tienen la última palabra de la ruta que decidan tomar y nuestra labor es acompañarlas de corazón respetando sus tiempos, interpretando sus silencios, esas miradas que a veces nos dicen todo o nada... sobretodo cuidando su entorno y respetando sus decisiones. Siempre ellas a cargo intuitivamente de esta gran travesía. Nosotros no somos nadie para juzgarlas y llevarlas a un camino que quizá a rebasado sus límites, es su parto, su experiencia!!!!
El éxito y el triunfo de un nacimiento no se mide en tiempos ni en las rutas tomadas, sino en el respeto por lo que cada mujer desea.
Cuando esta hermosa mujer, quién se entregó de manera incondicional a este viaje poderoso, decidió tomar otra ruta ya muy cercana a tener a su bebé en brazos, los que estábamos presentes simplemente cruzamos nuestras miradas y sabíamos realmente de corazón que debíamos de respetar y apoyarla. ¿Quiénes somos nosotros para decirle hasta donde puede llegar o llevarla a algo que no desea? Así que todos guardamos silencio, nuestras miradas se cruzaron y de manera respetuosa se hizo lo que ella estaba pidiendo; además recuerdo muy claro que en la entrevista fue un tema que platicamos, momento muy especial e importante para conocer sus miedos, deseos, experiencias previas…..
Fui testigo de esa entrega incondicional y amorosa. La mujer a la que acompañé estuvo rodeada de un equipo médico que supo respetar su última decisión y hacer memorable el nacimiento de su gorda. Recalco la importancia de la elección de los médicos y el apoyo de ellos.
En la visita posparto hablamos largo y tendido de éste mágico y desafiante recorrido , me compartió sentimientos de logro, alegría, empoderamiento y una gran satisfacción con las decisiones que había tomado. Sentimientos muy importantes para iniciar la crianza con confianza y amor y porque no... de sentirse una guerrera.
Para ti si eres doula o tienes la fortuna de estar cerca de una mujer en trabajo de parto te comparto estas sabias palabras: “Acompañar, sintonizar, sostener. Para ello requiero de detenerme, de observarte, de sentirte, de escuchar y de acoplarme a ti, a tu ritmo, a tu melodía, a tu tono, a tu deseo, dejando el mío y conectando con el tuyo. Entrar en compasión contigo, es decir, tu pasión es mi pasión. Requiere de que me vacíe de lo que traigo para tomar contigo lo que tu traes” Karina Muñoz Mesina