UN NACIMIENTO NO INTERVENIDO, NO MEDICADO Y NO APRESURADO.

Tenía muchas ideas de cómo expresar mis sentimientos acerca de un tercer elemento en el parto sin medicación sin intervención y es el de NO APRESURARLO. Revisaba lecturas, evidencia, recomendaciones de la OMS y demás detalles del contenido a incluir, cuando se presentó la oportunidad de apoyar en un nacimiento que ocurrió de una manera en la que se combinó la intervención y medicación justificada en el momento oportuno y que siempre se respetó el NO APRESURAR NADA QUE NO REQUIRIERA SER APRESURADO.

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Apresurar es realizar una cosa mas deprisa de como se venía haciendo; pero mi idea de no apresurar un parto iba más allá de la definición de esta acción, el parto al que tuve el privilegio de acompañar complementó la idea.

A lo largo de un nacimiento que llevó más de 24 horas –de las cuales estuve presente 19 de estas horas –completó lo que deseaba expresar.

Con 41.4 semanas de embarazo, el parto inició de manera espontánea un par de días antes de la recomendación del médico de inducirlo (que es iniciar de forma artificial lo que ya no es conveniente seguir esperando). Comenzó como la gran mayoría de los nacimientos con contracciones irregulares por más de un día y una noche; al menos algo se vislumbraba para dejar que la naturaleza hiciera su trabajo de varias horas de “calentamiento”. De pronto, por la madrugada, arrancó con contracciones cada dos o tres minutos y con una intensidad que hacía que Casilda gimiera y vocalizara con cada dolor, por más de 4 horas; así escuchaba los ruidos que emitía en la larga conversación que mantuvimos por teléfono. Le sugerí darse un largo baño en regadera y reconocer si las contracciones seguían igual de frecuentes y largas, si se hacían aún más intensas o si por el contrario, se espaciaban antes de llamar al médico y escuchar su opinión para trasladarse al sitio elegido para el nacimiento.

Llegando al hospital con 4 cm. de dilatación y condiciones adecuadas del cerviz (cuello del útero), Casilda ingresó para quedarse. Seis horas después de contracciones que correspondían a la fase activa del parto y controlando el dolor con posiciones y masajes de parte de su pareja, alcanzó 6 cm. de dilatación.  

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Ocupamos la tina para mitigar el dolor y si bien la mamá logró un respiro, las contracciones se espaciaron. Saliendo de la tina, Casilda se recostó y quedó profundamente dormida por cerca de dos horas. Luego la regadera y nuevamente posiciones y acciones para regular el ritmo y mejorar la posición del bebé –del que por cierto los papás por su voluntad desconocían si era niña o niño. 

 

Era claro el intenso dolor en el lado derecho de los huesos de su pelvis porque ahí estaba clavada la cabecita del bebé que no se movía a pesar de hacer lo que sabemos hacer las Doulas: relajar los músculos de la pelvis, panza y piernas con masaje y rebozo, trabajar con posiciones de asimetrías pélvicas y desplazamientos, colocarse sobre rodillas y antebrazos para ayudar con la gravedad a que “regresara un poco la cabeza” y volviera a entrar en la pelvis en mejor posición con sacudidas del rebozo en la cadera. Trabajé también técnicas de “Spinning Babies” y practiqué más masajes de panza y lo que conocemos como “La técnica de Maura” (una partera tradicional de Morelos), quien nos enseñó cómo lograr reacomodar esa cabecita que parecía ser la razón del detenimiento en el progreso, ya que sin contracciones regulares, frecuentes e intensas, el progreso es muuuuy lento y desgastante.
No hubo hasta ese momento ni intervenciones médicas ni presión alguna por el tiempo transcurrido. Los latidos cardíacos del bebé eran normales y Luis Espinosa –el ginecobstetra alineado con el modelo médico de la no intervención si no hay una razón para hacerlo – seguía vigilando pacientemente la salud de ambos y dejando que la mamá hiciera lo que quisiera.  

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Luego intentamos más trabajo con pelota, banco de parto y regadera. Y así Casilda trabajó por varias horas más para ser notificados que el progreso seguía detenido. El cansancio se iba acumulando porque transcurridas 12 horas, seguíamos en las mismas y la dilatación no avanzaba. El médico conversó conmigo para explorar las opciones y las intervenciones que ya se hacía indispensable proponer por el tiempo transcurrido desde el ingreso en una aparente fase activa. 

Prudente e inteligentemente propuso administrar oxitocina por vía intravenosa para además hidratar y dar energía a mamá que seguía colaborando como una guerrera pero con una notoria fatiga y hacerlo junto con una epidural para no agotar a esta mujer que colaboraba en todo y con todo lo que se le sugería.

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Para no dejar la historia sin final, poco después de la epidural el bebé se acomodó, mamá pujó por cerca de tres horas en diversas posiciones (cuclillas en cama Hill Rom, banco de parto, cuclillas en el baño), hasta el nacimiento saludable de un niño que, una vez que asomó su cabeza, salió como una flecha y fue directo a los brazos maternos y en contacto piel con piel con la ayuda y apoyo de David Nobigrot –neonatologo a cargo.

Obvio que en todo momento, Arturo – pareja de Casilda y padre del bebé – estuvo presente con caricias, apapachos, abrazos y demás, apoyando a su mujer y siendo cómplice de la producción de la oxitocina (la hormona del amor) recibiendo así el mejor regalo que ella pudo haberle dado. 

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El tema de un parto no medicado, no intervenido y NO APRESURADO, queda como anillo al dedo en nacimientos como éste Ya que no podemos negar que hay condiciones en algunos nacimientos, que requieren ayuda cuando es imperioso hacerlo. La combinación de la no medicación, no intervención y no apresuramiento, con apoyo de la tecnología cuando resulta imprescindible para asegurar en la madre una experiencia positiva y en el bebé un nacimiento saludable, son parte importante de algunos partos.

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Las lecciones aprendidas a lo largo de este sinuoso camino son maravillosas. Primero que la oxitocina y bloqueo (que además fue con la técnica de bloqueo ambulatorio) en un panorama como este, fue la mejor combinación para apoyar un parto que evidentemente detuvo su progreso. Y que en un hospital en que los profesionales de salud están habituados a asistir partos no medicados y no intervenidos y cuentan con las instalaciones que brindan a la mamá, su pareja y su familia las opciones para hacerlo, es una delicia acompañarlos. Es exquisito trabajar en el Sanatorio Durango, un hospital que me puso al entrar una etiqueta que decía “DOULA” y que porté con mucho orgullo.

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Una anécdota más y que me llamó la atención es que alrededor de las 3 de la mañana, entraron a la sala LPR dos estudiantes de medicina que fueron invitadas a observar el nacimiento. Ambas entraron con pijama quirúrgica, gorro y cubre-bocas y lo único que les faltaba eran las botas. Los ojos como platos de una de ellas era sorprendente, porque se encontró a los profesionales de salud sentados en el piso, vestidos con simples uniformes del diario, frente a la mamá que pujaba en la silla maya y en silencio. Nadie hablaba, nadie emitía un sonido que no fuera de apoyo a la mujer que estaba de parto. Una de ellas tímidamente se retiró el cubre-bocas y el gorro dándose cuenta de que nadie más en ese cuarto lo usaba. Me hubiera gustado conversar con ella y conocer lo que pensaba en esos momentos, pero fueron muchas horas y estaba más que rendida de cansancio, así que cuidando también de mi salud, me retiré a casa a descansar del maratónico parto. 

 

Finalizo comentando que si el sujeto que diseñó la cama Hill Rom presente en los cuartos LPR del hospital, nos hubiera visto trabajar en el piso… en el baño… y en todos los sitios inimaginables en que la mamá decidió ubicarse para su comodidad, se hubiera aventado de cabeza por la ventana.

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Invito a los lectores de este artículo a expresar lo que les motive. A los profesionales de salud que asisten los nacimientos y muestran a los más jóvenes su trabajo, a las educadoras perinatales para comentar en clases la realidad sobre las intervenciones en el parto y a las doulas para trabajar en equipo con quienes son responsables de la salud de las familias y compartiendo lo que saben hacer. Finalmente a las familias que se interesen por hacer del nacimiento algo memorable que contar a sus hijos.

Guadalupe Trueba 

Agradezco infinitamente a Casilda y Arturo la oportunidad de acompañarlos para seguir aprendiendo a la vez de sentirme útil y poder trasmitir a otros la lección del día.