No importa en qué rincón del planeta nos encontremos y tampoco importa cuál sea nuestra lengua materna. En todo el mundo, con cada nacimiento, escuchamos los mismos rugidos de poder, suspiros de esperanza, vocalizaciones de determinación y concentración, sonidos guturales del alma, gritos de victoria y entrega…
Esto es lo que tuve la oportunidad de presenciar la madrugada de ayer en el parto de Jodie y Ben. Una pareja norteamericana que dio a luz a la hermosa Emily en medio de esta sinfonía universal.
No importaron las barreras del idioma pues en realidad su mismo cuerpo le gritaba lo que tenía que hacer. No hubo necesidad de traducir nada, no fue necesaria ninguna explicación. Jodie, junto con otras mujeres de otras culturas, idiomas y creencias, se unió ayer a la orquesta universal en el lenguaje de todas nosotras: el canto de las mujeres dándose enteras para dar a luz.
Felicidades y gracias por permitirme ser testigo de este milagro.
Ana Maza