1 Comment

Dios nos creó perfectas… el sonido de mi cuerpo

Todo comenzó con la salida del tapón mucuoso en la madrugada. Sabía que algo comenzaba pero me rehusaba a escuchar porque aún faltaba para la semana 40. Se iniciaba la cuenta regresiva para el nacimiento de mi bebé. Permanecimos en casa todo el día, en mi embarazo no había sentido contracciones o no sabía cómo eran, pero ese día comencé a sentir algo diferente y cuando empezaron las verdaderas contracciones pude identificarlas. Llamamos a la doula (Mercedes) y a la doctora (Margarita), para avisarles lo que estaba ocurriendo. Mi doctora me dijo aún faltaba mucho pero yo sabía que no faltaba tanto. A media noche le dije a mi esposito que comenzara a preparar mi maleta, él creía que nos iríamos al hospital a la mañana siguiente pero le dije que no. El camino al hospital era largo (una hora y media) y mi papá pasó a buscarnos para llevarnos. Llegó pero estuve casi una hora más en el baño y luego dije “es tiempo de irnos”. Me acomodé en la parte trasera del auto con unas almohadas y permanecí concentrada; en cada contracción vocalizaba y entre una y otra descansaba y oraba a Dios pidiéndole que todo saliera bien. Para mí el viaje fue corto, así lo sentí. A la primera que vi al bajar del auto fue a Mercedes, en esos momentos ya las contracciones eran más intensas. Mercedes me ayudó desde ese momento y ya no se separó de mi lado. Mi doctora me revisó y me dijo que llevaba 6 de dilatación. Me sugirió tomar un baño caliente y al salir de la regadera ya estaba lista y sentía deseos de pujar. Me metí a la tina y recuerdo que mi doctora me dijo “ya falta poco para que nazca tu bebe”. Comencé a pujar, sabía cómo hacerlo, pujaba y descansaba, en esos momentos mi esposito estaba a mi lado, ya no se separó. Comencé a pujar en 4 puntos, después en otra posición y no pasaba nada, la doctora me decía que tocara la cabeza de mi bebé y así lo hice… sentí cómo bajaba pero se regresaba. Volvimos a cambiar de posición, mi esposito se metió a la tina para sostenerme pero no nacía mi bebe, en esos momentos comencé asentirme vulnerable porque ya estaba cansada pero no desistí. Intentamos más posiciones fuera del agua: en la camilla, de pie, en 4 puntos, colgada… pero mi bebé no bajaba. En el último intento yo sentí que era demasiado tiempo; algo ocurría, vi la luz del día y supe que ya había amanecido. Le dije a Dios “no puedo más, ¿qué debo hacer?“ Entonces tuve una sensación de paz en mi interior y le avisé a la doctora “vamos por una cesárea, no baja mi bebé y es momento”. En ese instante vi la mirada de Mercedes, quien fue mi apoyo al igual que mi esposito, no sé cómo explicar esa mirada, sólo la recuerdo en mi corazón. En mi interior supe que era tiempo de seguir y ese fue el último momento en que me sentí en control de la situación. Cuando comenzaron a colocarme el suero en el quirófano yo ya no podía sentir qué era lo que seguía. En cuanto me pusieron la anestesia y comenzó a hacer efecto empecé a descansar, a dormitar. Cuando abrí los ojos de nuevo vi a mi esposito a mi lado y a Mercedes detrás de él. No recuerdo mucho, había pasado 5 horas aproximadamente pujando y estaba demasiado cansada.  Traté de permanecer despierta para ver a mi bebé pero no la vi, ni siquiera la escuché llorar. Tuvo complicaciones al nacer. Mi esposito me dijo “no te preocupes, todo va a salir bien”, yo con lágrimas en los ojos le dije “ve y no te separes de ella, yo estaré bien”. Cuando terminó la cesárea Mercedes permaneció a mi lado dándome ánimos. Después, en la sala de recuperación me quedé con una enfermera y en esos momentos, con lágrimas en los ojos, le di gracias a Dios porque ya había nacido mi bebé y le pedí que la cuidadara. Algo dentro de mi sabía que todo saldría bien y pasaría pronto. Ahora sé que con este parto aprendí a ser más fuerte. Nosotros podemos trazar un camino, nos preparamos, estudiamos y creemos poner todo en orden para que salga lo mejor posible, pero Dios tiene un plan distinto para nosotros. Mi trayecto cambió en un abrir y cerrar de ojos, tuve que confiar en que todo sería mejor por el nuevo camino y así fue porque mi bebé no bajaría, venia en una posiciónincorrecta y algo dentro de mi me lo dijo. No voy a decir que me sentí feliz al dejar el camino planeado, esperado, incluso anhelado, sólo que en el nuevo camino conocí mi fortaleza, mi confianza en Dios. Sé que Él nos creó perfectas, que podemos escuchar nuestro cuerpo, podemos ser valientes para parir a nuestros hijos, podemos manejar los dolores de parto, somos capaces de ayudarle a nuestros bebés a llegar este mundo. A pesar de que no culminó el descenso de mi princesa y tuvo que nacer por cesárea, yo sé quesólo faltó el último empujón pero viví una experiencia hermosa y hoy puedo decir que lo volvería a intentarlo. Fuimos creadas para que en nuestras entrañas Dios formara a nuestros bebés y somos capaces de parirlos sin ningún temor, sólo hay que ser valientes y confiar. Les dejo muchas bendiciones futuras mamás, todo es para bien. Ángeles de

Franco

1 Comment

1 Comment

El lenguaje universal de todas las mujeres

No importa en qué rincón del planeta nos encontremos y tampoco importa cuál sea nuestra lengua materna. En todo el mundo, con cada nacimiento, escuchamos los mismos rugidos de poder, suspiros de esperanza, vocalizaciones de determinación y concentración, sonidos guturales del alma, gritos de victoria y entrega…

Esto es lo que tuve la oportunidad de presenciar la madrugada de ayer en el parto de Jodie y Ben. Una pareja norteamericana que dio a luz a la hermosa Emily en medio de esta sinfonía universal.

No importaron las barreras del idioma pues en realidad su mismo cuerpo le gritaba lo que tenía que hacer. No hubo necesidad de traducir nada, no fue necesaria ninguna explicación. Jodie, junto con otras mujeres de otras culturas, idiomas y creencias, se unió ayer a la orquesta universal en el lenguaje de todas nosotras: el canto de las mujeres dándose enteras para dar a luz.
Felicidades y gracias por permitirme ser testigo de este milagro.
Ana Maza

1 Comment

1 Comment

Conversación entre las doulas del parto de Vivian y Ricardo

MERCEDES: Qué hermoso nacimiento! Dejó en mí una huella imborrable. Vivian coordinándonos a todos mientras su bebé nacía en casa antes de la llegada del médico. Uno de los partos más bellos que me ha tocado presenciar! La confirmación plena de que la mujer está preparada para parir y que el nacimiento es un evento natural y maravilloso. Yo sosteniendo la luz, tú sosteniendo al bebé, el papá cuidando el entorno y la mamá encargándose del resto… Perfecto! GUADALUPE: Querida Mercedes, la mamá nos coordinaba a todos los presentes, al tiempo que sentía que su bebé iba a nacer y el tiempo no se iba a detener!!! Aún recuerdo como yo sentía que el celular me vibraba en la bolsa del pantalón… yo sabía que era el médico tocando la puerta… Y todos ocupados en ayudar a Vivian en el nacimiento!

1 Comment

Comment

Un caos maravilloso

Les cuento que Luis Andrés está muy bien tomando leche de mami, ha subido de 2.200 a 3.700 más o menos en dos meses. Justo hoy los está cumpliendo. También lo hemos tenido como bebé canguro en contacto con mami o papi casi todo el tiempo y por ahora duerme con nosotros. En fin, llegó para hacer un ‘caos’ maravilloso de nuestras vidas.
Besos, Paty

Comment

Comment

Una lágrima

Yo siempre había querido tener un parto natural, afortunadamente encontré al doctor Jesús Luján, quien está a favor del parto humanizado y al cual agradezco haber estado conmigo en el nacimiento de mi hija y haberme puesto en contacto con Guadalupe Trueba que reforzó mi confianza en mi capacidad para parir. La llegada de Nicté fue larga, recuerdo que justo el día que estaba programada la inducción porque no podíamos seguir esperando, se me rompió la fuente y ahí empezó todo. Nos fuimos a caminar al lago de Chapultepec y comencé a sentir un dolor muy fuerte. Le dije a Luis (mi esposo) y a mi mamá, quien nos acompañaba, que ya había comenzado el parto. Cuando llegue al hospital me revisaron y llevaba 6 cm de dilatación!!! Había avanzado mucho. En ese momento le llamamos a Guadalupe que llegó muy rápido. El primer consejo que me dio fue meterme a la regadera, luego me recomendó tomar diferentes posiciones hasta encontrar la que me hiciera sentir mejor, tras probar varias encontré la más adecuada y ahí me quedé. Cuando ya no podía más y tenía la necesidad de que mi bebé naciera, me puse a vocalizar y eso fue de gran ayuda… después de un rato dejé de escuchar y de ver, me perdí en cada contracción y me concentré tanto que dejé de sentir el paso del tiempo. Toda mi atención estaba en sentir cómo Nicté iba abriendo mi cadera y lo que tenía que hacer para ayudarla a nacer. Por fin llego el gran momento, con 10 cm de dilatación pude entrar a la tina… todo fue mucho mejor cuando me metí al agua calientita. Las luces apagadas y la compañía de Luis me ayudaron a tomar fuerza. Tras pujar en varias posiciones el doctor me dijo “ya está muy cerca, tócate para que sientas su cabecita”. Lo hice y ahí estaba, pujé un poco más y el momento más maravilloso de mi vida llegó… vi nacer a Nicté. Doy gracias a Dios por dejarme vivir esta maravillosa EXPERIENCIA y al gran equipo que estuvo alrededor de mí en ese momento. Sé que la decisión de haber tenido a Nicté en agua fue la mejor manera de iniciar su vida en este mundo.

Gabriela

Comment

Comment

Un parto con el que soñaba

Nuestro segundo hijo cumplió un mes el día de ayer. Su parto fue realmente hermoso y se debe en muy buena parte a la presencia de Guadalupe y Mercedes, así como a la del doctor Celaya. Hace dos años y medio, cuando nació nuestro primer bebé, no tuvimos la suerte de contar con personas tan bien formadas y tan amorosas para asesorarnos. Después de dos días y medio de contracciones, llegué al hospital para empezar el proceso de un parto natural y, por razones que todavía no me quedan claras, tuve que pasar al quirófano a que me hicieran una cesárea. Mi primer hijo la pasó bastante mal en el momento de nacer y yo también. Por eso tenía bastante miedo del segundo parto. Me habían dicho que lo más probable es que también tuvieran que hacerme otra cesárea. Tomé el curso prenatal con Guadalupe y Mercedes, decidida a poner todo lo que estuviera en mi poder para poder tener un parto en agua, sin anestesia, tal y como me hubiera gustado que fuera el primero. Ahí aprendí mucho acerca de los recursos que las mujeres tenemos para estar relajadas y para apoyarnos en el momento en que empieza el trabajo de parto. Fue muy interesante y útil. Sin embargo, creo que lo mejor fue haber contado con el acompañamiento de ellas dos en el momento crucial, ya en el hospital y las horas más próximas al nacimiento de mi bebé. Su presencia fue un apoyo enorme para mí. Se aseguraron de que me sintiera en confianza y protegida en todo momento y de que el entorno fuera exactamente el que yo necesitaba para poder dar a luz tal y como yo lo quería. Poco a poco, con sutileza y sin intromisión, me fueron guiando en las contracciones y me ayudaron a atravesar el dolor como si se tratara de olas en las que puedes subirte y flotar sin dejar que te revuelquen. Todas las mujeres deberían poder contar con esos recursos en ese momento tan delicado y en el que estamos tan vulnerables. Les doy las gracias de todo corazón y deseo que más gente pueda beneficiarse de su sabiduría.

Guadalupe Nettel

Comment

Comment

Gracias Experiencia

Primero que nada quiero felicitar a Experiencia por el excelente trabajo que realizan todos los días para ayudarnos. La verdad debo confesar queal principio yo era uno de esos típicos maridos muy escépticos acerca de tomar el curso psicoprofiláctico, pues pensaba que todo sería una gran pérdida de tiempo y mi mujer tuvo que llevarme casia rastras,  para ir a la primera clase. Las primeras dos clases sufrí mucho, porque sentía que los conceptos que nos estaban dando, no necesariamente correspondían con lo que yo pensaba que iba suceder en el parto o cuando naciera mi bebé; sin embargo con el paso de las clases me fui dando cuenta que las herramientas que nos brindaron, iban a ser muy útiles cuando llegara el momento. Hoy, cuando mi bebé ya tiene tres meses de edad, les puedo decir que realmente todo lo que vimos en el curso, es algo muy práctico y útil tanto en el día del parto, como durante los primeros meses. De manera especial quiero felicitar y agradecer profundamente a Guadalupe Trueba quien es un gran ser humano y una excelente instructora, porque a pesar de que yo fui uno de esos participantes incómodos que todo cuestionan y frecuentemente objetan, ella siempre nos apoyó, especialmente el día que nació mi bebé ( 20 dic 2011), ya que ese día después del parto, empezamos a tener el típico problema de lactancia y decidí llamarla para ver si nos podía ayudar, y a pesar que eranlas fiestas de fin año, ella muy amable como siempre, me contestó y me dijo que llegaba en 10 minutos por que andaba por el rumbo, lo que yo no sabía es que tuvo que salirse de su comida de fin de año para ayudarnos. Sin decirles mentiras, llevábamoscerca de dos horas tratando de que la bebé tomara la leche materna sin ningún éxito y ni las enfermeras, ni mi esposa, ni yo, ni siquiera mi suegra lo logramos, las enfermeras ya hasta habían traído las famosas pezoneras y ni así pudimos lograr que la bebé se enchufara en el seno. Encuanto llegó Guadalupe, de inmediato sentimos un gran alivio al verla, después, la realidad es que se hizo dueña de la situación y como por arte de magia después de dos o tres minutos, Guadalupe logró que María Julia, nuestra bebé, empezara a tomar la leche materna. Para todos aquellos maridos que probablemente van a tener a su suegra ese día en el hospital queriendo dar instrucciones, les puedo decir que Guadalupe también es un experta manejando esas situaciones, pues con mucha amabilidad y tacto le explicó a mi suegra cómo debían ser las cosas respecto a la lactancia actualmente, lo que me hizo sentir muy apoyado y tranquilizó mucho a Pili mi mujer. Desdeesa fecha hasta el día de hoy María Julia sigue creciendo y la verdad estamos muy contentos y agradecidos por todo lo que Experiencia y en especial Guadalupe hicieron por nosotros, por lo que les recomendamos ampliamente elcurso,  porque la verdad es algo muy útil, en especial para los que somos papás por primera vez.

Saludos! Fernando Streber

Comment

Comment

El nacimiento de Fernanda

Raúl y yo estábamos muy ilusionados en tener un parto natural. Nos habíamos preparado durante semanas en el curso y estábamos convencidos que era la mejor opción para los 3. Al principio fue difícil aceptar el parto natural completamente debido al miedo y la incertidumbre de cómo sería, pero semana a semana nos fuimos convenciendo de que era lo mejor para que naciera nuestra bebé. Los chequeos de rutina con el ginecólogo iban de maravilla. La bebé estaba saludable y de cabeza desde el 7o mes. Lo único que faltaba era esperar a que se encajara y empezar el trabajo de parto. Al cumplir la semana 39 sentí dolores muy intensos en el vientre bajo y empecé con pequeñas contracciones, muy irregulares y sin aumentar la intensidad. Llamamos a nuestro doctor quien nos dijo que fuéramos al hospital pero debido a que los dolores desaparecieron y el movimiento de la bebé seguía siendo constante y normal no asistimos. Pasó otra semana sin nada de contracciones y un día antes de cumplir las 40 semanas asistimos nuevamente al doctor. Al buscar la cabeza de la bebé en el ultrasonido se dió cuenta que estaba sentada, no se había encajado y en lugar de eso se había ido hacia arriba. Aunado a esto, el ritmo cardiaco de la bebé había disminuído y nos sugirió programar una cesárea para el día siguiente. Nos dijo que era mejor para la salud de la bebé y obviamente no quisimos arriesgarla. Fue un golpe bastante fuerte para mí pero gracias al apoyo constante de mi esposo tomé valor y nos decidimos a programar la cesárea para el 25 de febrero del 2012. Toda la experiencia fue algo totalmente nuevo ya que nunca había estado hospitalizada en mi vida y no sabía nada de hospitales hasta ese momento. El procedimiento fue muy rápido, creo que más tardamos en llegar al hospital y prepararnos que en tener entre nuestros brazos a nuestra hija. Afortunadamente hablamos con el doctor antes y le pedimos que aunque fuera nacimiento por cesárea nos dejara tenerla piel a piel y que intentara prenderse al seno. Fue maravilloso poder escucharla y verla por primera vez. Mi esposo estaba atento a todo lo que le hacían, a dónde la llevaban y me contaba paso a paso lo que estaba sucediendo. Una vez que estaba limpia y envuelta la pasaron a mi lado y pudo prenderse al seno casi inmediatamente. Creo que esta fue la razón de tener un inicio de lactancia exitoso. El alojamiento conjunto que tuvimos en el hospital nos ayudó a darnos cuenta de todo lo que podía pasar en casa con la pequeña diferencia de que en el hospital nos resolvían nuestras dudas al instante. Fue muy bueno hacer esto ya que no llegamos tan en blanco a casa con la bebé. Las primeras horas de nacida fueron difíciles, en el sentido de que no comía y nos preocupamos ya que decían que no debía pasar más de 4 horas sin alimento. Eso aunado a la presión de familiares hizo que nos decidiéramos a darle su primer trago de fórmula (en un vasito). Horas después y con malavares pudimos lograr que la bebé se prendiera del seno y comiera normalmente. Fue la primera y única vez que tomó fórmula y hasta el día de hoy toma exclusivamente leche materna. El apoyo que tuvimos de todas las personas que conocimos en el curso fue primordial. Es increíble todas las dudas que uno tiene al principio y siempre es bueno poder contar con alguien de tanto conocimiento. Agradecemos profundamente a Guadalupe, Mercedes, Ana y María Elena quieres con su tiempo, dedicación, apoyo, empeño y cariño nos ayudaron en esta nueva etapa de nuestras vidas. De todo corazón gracias por todo

Ana y Raúl Del Puerto

Comment

1 Comment

El vínculo que jamás se rompe

Soy Gustavo y soy medico traumatólogo. Cuando nos enteramos que mi esposa estaba embarazada ella estaba a la mitad de su carrera como InstructoraPerinatal. Ella me hablaba de las ventajas de un parto no medicado, respetado y con las menos intervenciones posibles. Lo cual para mi como médico era inimaginable, simplemente yo no podía imaginar siquiera el escenariode un parto sin anestesia y sinlas rutinas médicas que yo había aprendido en la escuela. Un día, me pidió que la acompañara a una clase, y fue ahí cuando conocí a Guadalupe, ese día hablaron del parto en casa, y jamás voy a olvidar los testimonios que escuche, las palabras de aquellas mujeres felices y orgullosas contando su hermosa experiencia, nada parecido a lo que yo había visto tantas veces en un hospital. Saliendo esa noche, sentí una necesidad por primera vez de investigar sobre eso que mi esposa tanto me había querido explicar y yo no había querido entender. Comencé a informarme y descubrí todos los beneficios tanto para la madre como el bebé  que se obtienen con un parto sin agresiones o intervenciones innecesarias. Una semana después, llego el gran día. Yo estaba en el consultorio cuando mi esposa me llamó para avisarme que el trabajo de parto había iniciado, Recuerdo que yo esperabaverla intranquila, temerosa… se me hacia mucho para que mi mujer lo pudiera soportar, (ella que es tan delicada, decía yo). Pero cuando entré al cuarto y la vi, encontré una mujer serena, concentrada, que metransmitió una pazinexplicable. Después me pidió sentarme a su lado y contracción tras contracción me hizo parte de ese proceso. Pude darme cuenta de lo fuerte y poderoso que es el cuerpo de una mujer y al verla tan entregada a ese momento no podía evitar que salieran lágrimas de mis ojos.  Comprendí entonces, que quien menos dominio tenía en esa sala, era mi conocimiento médico. Desde ese momento me convencí de que el parto es un proceso natural, único y que el vínculo que ahí se inicia, no se rompe jamás. Vale la pena vivirlo plenamente y como el protagonista de la escena. Ahora estamos felices con nuestra bebé, y esperamos con ansia la llegada del próximo.  Agradezco a Dios la oportunidad de vivir una experiencia así y el privilegio de tener como esposa a un ejemplo de mujer.

Gustavo

1 Comment

Comment

Se acerca el tiempo

Se acerca el tiempo de volver a la rutina, de lidiar con el tráfico, de pintarse la pestaña y ponerse los tacones, de escuchar sobre números y hacer como que entiendo, de levantarnos cuando el despertador lo ordena, de esperar con ansia los fines de semana…se acerca el tiempo y no quiero irme de aquí, no quiero perderme tu sonrisita cuando despiertas y tus pláticas sobre como es el cielo y los encuentros con tus abuelos y con la chamana Denisse, se acerca el tiempo de dejarte con mochila lista para conocer este mundo y de esperar las tardes solo para verte … Se acerca el tiempo y aparecen sentimientos encontrados… Lucho con vivir de pintar tenis o hacer poemas y escaparme con ustedes a esa tierra prometida donde solo hay árboles, perros, gatos y flores…y también lucho con lo lento que pasa el tiempo estando tu y yo solos en casa , sobre todos los lugares del mundo que quiero que conozcas y el dinero que implica, pienso en una casita nueva como las del Olivarito llena de árboles viejos y ardillas y olor a fresco y los muchos pesos que tendremos que juntar para comprarla y entonces mi cabeza se aturde más y no se decide… No quiero que nos coma la rutina en este lugar donde todo es de prisa y a veces hasta pasa desapercibido. Se acerca el tiempo y sigo sin saber que hacer…

Carmen Lucía Amezcua

Comment

Comment

La fortuna de elegir

Para nosotros tomar el curso fue una pieza fundamental para lograr el parto que queríamos. Cada sesión salíamos sorprendidos de todo lo que no sabíamos acerca de la experiencia del embarazo y del parto. Pensabamos que ibamos a aprender técnicas de respiración, de relajación y punto. Sin embargo, si no hubiera sido por la informacion que recibimos nos hubieramos entregado “ciegamente” en las manos del médico, y en cambio pudimos ir decidiendo en base a lo que nos hacía sentir más seguros, más comodos y más confiados. Y en este sentido, algo de lo más valioso que aprendimos es que estar informados te permite conocer tus opciones, saber que puedes elegir. Conocer y comprender cómo el cuerpo se prepara para dar a luz me pareció maravilloso, me hizo sentir sumamente confiada en su sabiduría y en su capacidad para llevar a cabo el plan para el cual naturalmente está diseñado. Le fui perdiendo el miedo al dolor al conocer y practicar técnicas, posturas y actitudes para sobrellevarlo. Me fui convenciendo de que quería y podía tener un parto natural. Entonces lo platiqué con mi ginecólogo pero me dí cuenta de que él seguía al pie de la letra las rutinas hospitalarias que, en aras de brindarte una cierta “seguridad” inevitablemente van coartando tu libertad. Yo no quería un suero que me impidiera adoptar posturas para estar mas cómoda, ni una anestesia que me adormeciera y me impidiera sentir la llegada de mi bebe, mucho menos parir acostada y en contra de la gravedad! Y entonces busque una doctora que coincidiera con mis ganas de tener un parto natural, humanizado y respetado. Y afortunadamente las hay!! Al final de cuentas conocí una partera y terminé teniendo mi parto en casa. Fue una experiencia íntima, hermosisima y empoderadora. Y fue así gracias al apoyo de mi pareja, quien fue mi “doulo” pues se involucro y participó activamente a lo largo de todo el proceso, haciendome sentir acompañada, apoyada y segura. Todo fluyó sin complicaciones gracias a que estabamos bien informados, sabíamos a lo que ibamos, y a que fuimos construyendo la certeza y la convicción de que el parto no es una enfermedad sino un acontecimiento natural en el que se despliega el milagro de la vida. Millones de gracias Guadalupe, Mercedes y Ma. Elena por darnos esa confianza, por su cálido recibimiento y por la entrega y pasión con lo que acompañan cada embarazo. Las recordamos con mucho cariño, Mónica, Jacobo y bebe Siddharta

Comment

Comment

El rebozo en Uruguay

Que tal soy Cheloni (doulas de Uruguay) y quería comentarte que utilicé el Rebozo durante el trabajo de parto de una amiga. Lo colgamos de los hierros en la claraboya de mi casa. Mi amiga ya estaba perdiendo el tapón mucoso y fue una experiencia extraordinaria, no se que pasó, pero a cada rato ella se sostenía del Rebozo. Contaba que sentía algo especial en el cuerpo y sobre todo le daba tranquilidad. Sinceramente me pareció increíble… cómo se lo colocaba en el rostro. Durante el trabajo de parto, a mí me dejaron entrar solo una vez pero al esposo le enseñé algo del rebozo… lo elemental. El resultado espectacular… El parto fue vaginal sin episiotomía ni desgarros. Por supuesto ahora usa el Rebozo para llevar a Maia, su hija. Gracias por tus consejos y la por enseñarnos a usar el Rebozo.

Mil gracias por trasmitir sabiduría.

Comment

Comment

Dentro de una burbuja de agua

Para mi la experiencia de parto en agua abrió muchas posibilidades de conocimiento sobre mi propio cuerpo, sobre mis procesos de embarazo y maternidad y sobre cómo compartir estos procesos con mi pareja. Desde el inicio de mi embarazo muchas amigas, familiares e incluso mujeres que apenas conocía me compartieron sus experiencias de parto y noté que en la mayoría de los casos, lamentablemente la medicina convencional limita terriblemente el ejercicio de nuestra salud reproductiva. Muchas mujeres me contaron que les hicieron cesáreas innecesarias, ya sea por recomendaciones de los propios médicos bajo el pretexto de la edad, la forma de la cadera, o la posición del bebé; o simplemente para evitar el dolor. Al preguntarnos con Mateo qué tipo de parto queríamos recién empezamos a pensar en la posibilidad de dar a luz de forma natural. Honestamente yo veía esta posibilidad como algo muy lejano: tengo 37 años y muchos de los médicos que me revisaron inicialmente calificaban mi embarazo como de alto riesgo por la edad, a pesar de que yo me sentía fuerte y de que el embarazo se desarrolló de forma totalmente normal. Por otra parte, varias de mis amigas que han tenido partos recientemente me contaron de experiencias de parto en casa, natural, con el apoyo de doulas, o en agua. Supe también de amigas cercanas que sin haberlo planeado dieron a luz en casa solo con el apoyo de sus compañeros. La experiencia de ellas me dio valor para explorar la posibilidad de parto en agua. Yo no tenía conocimiento de que se hiciera en México, y mucho menos que hubiera tinas en hospitales… incluso tenía la duda de si mi seguro cubriría este tipo de parto. Afortunadamente un par de amigas me pusieron en contacto con los médicos y equipos que atienden parto en agua en hospitales de la Ciudad de México, porque yo vivo en Zamora, así que les contacté y luego de revisiones y entrevistas, el Doctor Ramón Celaya me dijo que mi embarazo era normal y que no veía mayores impedimentos para hacer el parto en agua. Durante gran parte de mi embarazo pensé y visualicé esta posibilidad, a veces con miedo al dolor, a las complicaciones, al momento del parto en sí. También traté de prepararme físicamente. Desde hace una década el ejercicio cotidiano ha sido escencial para conocer mejor mi cuerpo y para equilibrar mis emociones, así que pensé que para una experiencia tan física como el parto lo mejor sería mantener abiertos los canales de comunicación con mi cuerpo mediante algo de yoga, natación y caminatas. Siento que todo esto me ayudó a que la experiencia del parto fuera más tranquila y consciente. Por otra parte, el agua es un medio que me da mucha energía, intimidad y paz. Luego aprendí que el agua es también un buen analgésico. El momento del parto finalmente llegó, primero con contracciones leves que se fueron intensificando durante dos días en que Mateo me ayudó a pasarlas con masajes y respirando mediante vocalizaciones. Cuando se hicieron más regulares nos fuimos al Sanatorio, donde el equipo médico junto con Lupe Trueba ya nos esperaban. Luego de un momento de trabajo de parto en la habitación nos fuimos a la sala de parto, la tina estaba ya con agua caliente. El médico y Lupe nos fueron recomendando algunas posturas para pasar las contracciones cada vez más intensas con la pelota de yoga, con el rebozo que colgaba del techo… y cuando el momento del parto se acercó más nos sugirieron a Mateo y a mi que nos metiéramos a la tina. Sentí que se hizo una burbuja, primero al interior de mi cuerpo, en contacto muy estrecho con esa personita que también trabajaba fuerte para salir al mundo y con Mateo. Ahí estábamos los tres solos, acompañándonos. Fuera de la tina nos guiaban con claridad, certeza y precisión las instrucciones del Doctor Celaya, en total coordinación con la presencia y el apoyo puntual de Lupe. Mi cuerpo las seguía como si supiera lo que debía hacer, de forma muy fluida. Al final sí hubo algo de miedo, algo de duda, algo de dolor, pero encima de éstos sentimientos hubo mucha fuerza, mucho apoyo, mucha luz. Escuché entonces la voz del médico anunciando: “tu bebé está naciendo”, luego un sonido que llenó todo el espacio y que tardé en reconocer como el llanto de Martina. La pusieron en mis brazos, que a la vez estaban rodeados por los brazos de Mateo, y ahí nos quedamos contemplándola, sumergiendo su cuerpito en el agua tibia, por un largo largo rato.

Gabriela Z.

Comment

1 Comment

Mi parto en agua

Decidimos tener un parto psicoprofiáctico y contamos con la gran ayuda de Guadalupe Trueba (a quien agradezco el apoyo y ayuda que nos ofreció a mi y Jordi durante el parto), que estuvo durante todo el parto pendiente de mis necesidades y de ayudarme. También conté con las mejores manos obstetras de todo México (Dr. Celaya), que hizo posible este parto tan especial y de su equipo médico. Mis padres llegaron a México desde Barcelona el día antes del nacimiento de mi bebé. Ese día fue normal, por la mañana hice un montón de recados que tenía pendientes antes de que llegaran mis padres. Cuando fui al súper sentí un par de contracciones fuertes, ya me veis en el pasillo de las salsas de tomate apoyada en el carro de la compra y respirando cual búfalo, y luego en la cola del pan aguantándome para no adoptar alguna postura más comprometida. Quitado esto, el resto del día todo fue tranquilo. A eso de las 23h me desperté (sólo llevaba una hora durmiendo) con contracciones fuertes y seguidas, pero esperé un rato a ver qué tan seguidas eran y qué tan fuertes. No entendía nada, en media hora me habían dado un montón de contracciones súper fuertes….teóricamente las contracciones se establecen poco a poco y cada vez son más frecuentes…. Tuve que despertar a Jordi y le dije que esto ya estaba en marcha…él con los ojos inflados ¿cómo, qué, ya!!!!!?? Pues nada, apoyada en la cómoda balaceándome y comenzando a hacer ruidos para calmar el dolor. A eso de las 00h nos metimos en la bañera de casa, con agua calentita para ver si me calmaba un poco el dolor y si las contracciones paraban (a veces con el agua caliente las contracciones dejan de ser tan frecuentes y adoptan otro patrón), pero al parecer este no era el caso. Las tenía cada 3 minutos y duraban 50 segundos!!!!! Y desde el principio!!!!!! No entendíamos nada, se supone que no se llega a esa frecuencia y fuerza hasta que estás en la fase activa del parto, así que nos preocupamos mucho, ¿y si ya estaba en fase activa y ni me había dado cuenta??? Llamamos a la dula para decírselo y ella nos dijo que seguro quedaba mucho por delante. También llamamos al médico, dijo lo mismo, pero nos comentó que si saliendo de la bañera todo seguía igual, nos fuéramos al hospital. Pues nada, que para el hospital teníamos que ir. Eso sí, primero despertar a mis padres que estaban dormidos como marmotas, no se enteraban de qué iba el tema, caminaban por casa como zombies preguntando qué pasaba, pasó como un buen rato hasta que se dieron cuenta de que estaba de parto. Entonces todo fue muy rápido, se cambiaron y empezaron a hace lo que hacen los padres, a ponerse tontos conmigo y a hacerme un montón de fotos…para fotos estaba yo!!!! Nos dio tiempo a terminar de empacar y nos fuimos al hospital. Cuando llegamos el médico ya estaba allí y me pasaron a la sala de reconocimiento y SORPRESA: cuello de cérvix totalmente cerrado, girado hacia el coxis y sin reblandecer. Yo no entendía nada y el médico tampoco. Nada, que yo me quería ir a casa para hacer el trabajo en casa, pero el médico me dijo que no. Llegó la dula y ella opinó lo mismo, que con esas contracciones y ese dolor, mejor quedarse en el hospital a hacer el trabajo de parto. Me llevaron a mi habitación y allí me quedé. Os he de decir que estuve utilizando técnicas de relajación y de focalización para concentrarme en el dolor de las contracciones, me tenías que oír, me parece que hice todo el repertorio animal posible. En la ducha estuve un ratito y volví a salir a la habitación, allí el médico me revisó y volvió a flipar: en apenas una hora había dilatado ya 4 centímetros!!!! Con razón tenía unas contracciones tan fuertes!!!! El trabajo de casi 10 horas en sólo 1!!!!! Con 4 cm decidieron entrar ya a la sala en la que nacería mi bebé. Llegamos a la sala y empecé a trabajar, recuerdo que me pusieron mi iPod con mi música, bajaron la luz y abrieron un par de bolsas de chocolatinas para ir comiendo todos mientras el trabajo. Recuerdo ir al baño y volviendo desplomarme a cuatro patas en el suelo y empezar a moverme de adelante a atrás, la verdad es que calmaba mucho el dolor. A esas alturas una nueva sorpresa, ahora tenía contracciones dobles, es decir, terminaba una y justo empezaba la siguiente sin darme descanso….estaban todos flipando. El médico me revisó y por lo visto me había quedado estancada, llevaba 2 horas para avanzar 2 cm. Tanto la dula como el médico cuchicheaban que si esto continuaba así, me iban a dar algo para el dolor, que no podía seguir así porque con el desgaste físico y psicológico que estaba teniendo no iba a poder soportar la fase final del parto. Se lo comentaron a Jordi, pero él prefirió ver cómo avanzaba todo. Me volví a meter en la ducha, esta vez con Jordi, me ayudaba con masajes en la espalda, me apoyaba, me ayudaba con la respiración…Llegué a un punto que me abstraje de mi entorno, me metí tanto en mis contracciones que dejé de tener contacto con la realidad; era capaz de pasar algunas de ellas sin ningún tipo de dolor, claro que cuando me tocaban las dos seguidas, la segunda no había manera de controlarla. Probé otra técnica, sentada en el baño, la verdad es que va muy bien, es nuestra postura natural para abrir nuestros esfínteres, así que sentada allí hice un poco de trabajo, pero apenas avancé con mi dilatación. Así que la dula, que me ayudaba con nuevas posturas y técnicas de relajación y respiración, me comentó que le preguntaría al médico si me dejaba entrar ya en la bañera, normalmente 6 cm son demasiado pocos como para entrar allí, generalmente se espera a la dilatación casi completa, ya que el trabajo en la bañera es muy agotador, por la temperatura del agua. El médico accedió, así que me metí en la bañera. Las bañeras son grandes, del tamaño de un yacuzzi grande, hay agarraderas alrededor, lo que facilita a la hora del pujo porque puedes tener un punto de apoyo para ejercer más fuerza. En la bañera sólo estás tu (el esposo también si quiere y dependiendo de la situación), ese es tu reino y tú lo disfrutas y haces tuyo. El médico te atiende desde fuera, le hace el seguimiento al bebé con un dopler para ver su frecuencia cardíaca de vez en cuando y llegado el momento atiende el nacimiento del bebé, a menos que lo quiera hacer el padre (Jordi no sabía qué hacer, si estar con el bebé o conmigo, así que finalmente decidió quedarse conmigo en el último pujo y ver cómo nacía Carla). El agua está a 37C, la temperatura corporal para que el cambio de ambiente del bebé sea lo menor posible (Por eso las luces de la habitación también están atenuadas, además de que facilita la concentración de la mamá.) A partir de ese momento, todo cambió, los dolores se hicieron más soportables, la ingravidez del agua ayudaba a mi relajación, yo misma estaba como en otro mundo. Jordi me ayudaba durante las contracciones y la dula me iba ofreciendo algo de comer y beber. Habíamos llegado al hospital a las 2:40 de la mañana y entré en la bañera sobre las 6 o 6:30 de la mañana, Carla nació a las 8:55, así que el trabajo en la bañera fue rapidísimo, todo se disparó, dilaté 4 cm y realicé el expulsivo en apenas 1:30. Beneficios del parto en agua!!!! Pues eso, que estaba yo relajada y de golpe sentí la necesidad de pujar, pero me parecía demasiado temprano para eso y le pedí permiso al médico (angelito, que inocente que soy). El médico me dijo que si sentía la necesidad que pujara, y eso hice, puje. Noté como que algo salía a borbotones y oí que todos comentaban que había roto aguas. Después de esto, ya empecé a pujar, sentía una necesidad imperiosa de ello. La verdad es que en la bañera, con la temperatura del agua tan calentita (37C) ayudaba mucho al pujo, los movimientos se hacen más fáciles y el hecho de que puedas agarrarte a las asas que hay alrededor de la bañera hace que todo sea más cómodo. Además, es tan grande que te puedes estirar completa. Estuve pujando boca arriba un tiempo, pero pasado un rato se me hizo más cómodo hacerlo de espaldas, me giré y me puse a cuatro patas, el médico puso entonces un espejo bajo de mi, para poder controlar todo. Jordi iba mirando y llorando, se movía de la cabeza de la bañera a los pies, no sabía dónde ponerse, sentía curiosidad por ver la cabecita de Carla, pero estaba demasiado preocupado por mi. Pobre, estaba más nervioso que yo. Llegué a tocarle la cabeza a Carla, sentí lo blandito de la cabecita, los pelitos… Eso me sirvió para darme un último boost para terminar la faena. Ahora tocaba lo más difícil, el aguantar el pujo para no desgarrarme….y lo logré!!!! Y eso que la niña salía con la manita enganchada a la cabeza (para hacerlo todo más fácil). Gracias al médico que me indicó bien el momento, hice el último pujo y….Carla salió disparada al agua, y la expresión disparada es lo único con lo que puedo describir la sensación de “expulsar” a la bebé con la tranquilidad de saber que no se va a resbalar, que no se va a caer y que va a salir a un medio y a una temperatura igual a la que tenía dentro del útero. Resultado: nada de desgarros, nada de episiotomía, nada de nada!!!!! Jordi me dijo que estuvo unos segunditos en el agua, pero que rápidamente el médico sacó la cabecita de la niña del agua, yo ya me había girado y ya me la entregaron. La tuvimos unos minutos en el agua, con el cuerpecito metido dentro, para mantener la temperatura, luego ya me la puse en el pecho y la abracé fuerte mientras la íbamos mojando para mantenerle la temperatura. Abrió los ojos muy tempranito y no paraba de mirarnos a Jordi y a mi….fue la sensación más plena de mi vida, ver esa cosita chiquita que nos miraba con esos ojos abiertos y despiertos moviendo las manitas y abriendo y cerrando los dedos mientras se amarraba a mi pecho….aisssshhhhhh!!! Carla es una niña muy despierta y muy movidita. A los 5 días ya estaba levantando la cabeza mientras está boca abajo, gira la cabeza buscando los sonidos y los movimientos, es capaz de seguir las manos (las suyas y las de los demás). Se ha demostrado que los bebés nacidos en agua son más atentos y espabilados, y yo lo estoy viendo en mis propias carnes. Ahora no recuerdo el dolor de las contracciones como tal, no soy consciente de haber pasado tanto dolor. El médico y la dula estuvieron de acuerdo en que el umbral del dolor que soporto es muy alto y que manejé muy bien la situación. Si pudiera, volvería a tener un parto así. No sólo por el hecho de tener a mi bebé en el agua, sino de pasar otra vez por todo ese trabajo de introspección y concentración que tuve que hacer para poder llegar a mi objetivo: ver nacer a mi hija de la manera más natural posible y segura.

Karla

1 Comment

Comment

La esperada llegada de Mia

Nació justo el dia que cumpliamos 42 semanas de embarazo, asi que la espera fue laaaarga! Confiamos mucho en el Doctor Celaya quien la monitoreaba y respeto el ciclo natural de las cosas dejandola nacer de forma natural. Nos empezabamos a poner nerviosos pero las contracciones llegaron justo a tiempo….Nos fuimos a cenar y ahi empezaron cada 15 minutos mas o menos. Luego fuimos al cine y ahi siguieron avanzando las contracciones. A la mitad nos salimos de la peli porque nos decian que el segundo nace mucho mas rapido. Ya en la casa nos relajamos un rato mas y hasta nos dormimos esta vez y juntamos fuerzas. De repente Diego se desperto a las 3am y dijo: “vamonos” le hablo al doctor y aunque se me hacia prematuro porque las contracciones estaban entre cada 8 minutos y 3, ya que lo vi tan convencido que nos fuimos. Llegando al hospital se empezaron a establecer y estaban cada 5 minutos y ya mas dolorosas pero todavia muy tolerables. Fue  ahi donde empeze a usar la herramienta mas grande en mis partos: la vocalizacion. Sacaba a traves de la voz el dolor y me di cuenta que, entre mas grave la voz que sacas mas abierta estas. Cuando me iba a agudos por el dolor Mercedes, quien me agarro perfecto la onda me decia que me bajara a graves. De ahi me agarre en todo el parto y entre en una dinamica que me ayudo mucho a manejar el dolor. Quien tambien me ayudo mucho fue Diego, a quien necesitaba cerquisima en cada contraccion y Mercedes quien tambien me ayudo mucho con sus masajes, presencia, palabras y vibra. Finalmente el doctor Celaya me ofrecio meterme a la tina, y cuando lo hice fue delicioso. El agua realmente te relaja. Ahi ya estaba en 8 cm y el doctor me preguntaba si habian ganas de pujar pero nada…las contracciones estaban intensas y empeze a pensar que se iba a tardar mucho….pero derrepente me dieron ganas de pujar…que realmente para mi no son ganas de pujar si no que el cuerpo puja y tu te tienes que dejar y abrirte y para eso sirve la voz. En la fase de expulsion fue una especie de gritar hacia dentro para ayudar a que saliera. Y salio!!! Esta vez, ya repasado en mi mente y con el doctor logre no pujar para que saliera despacio y no como torpedo…..y lo habiamos logrado. Y habia llegado nuestra hija, sana y salva. La tuve en mis brazos y al salir se la dieron a Diego, quien tambien se quito la camisa y la tuvo piel con piel…. Fue maravilloso! Gracias por ofrecerle a las mujeres esta opcion!

Bee y Diego

Comment

Comment

Médico y papá

Mi nombre es Enrique, tengo 33 años de edad y soy médico. Cuando Ady decidió estudiar la Especialidad de Educación Perinatal haciendo honor a la verdad no sabía siquiera de qué se trataba. Nunca, ni en la escuela ni en ningún hospital me enseñaron nada relativo a dicha área, por lo que en mi ignorancia supuse muchas cosas, pero nada sabía de cierto. Al llegar al quinto mes de gestación e iniciar tomar el curso de psicoprofilaxis con Lupita, comencé a entender cada vez más todo lo que Ady se había esforzado tanto tiempo en explicarme, pero que debido a la cerrazón adquirida de que somos víctimas todos los profesionales de la medicina nunca acepté. Durante las clases surgían dudas y cuestionamientos y por deformación profesional siempre quise intervenir, aclarar dudas a los participantes y exponer mis teorías, detallarles la fisiología y el porqué de cada cosa. Sin embargo, en vez de ello decidí callar y observar el desarrollo de cada sesión y el comportamiento del grupo, y entonces entendí que todo estaba en llevarnos por esa experiencia más allá de la doctrina científica-tecnócrata y queestaba encaminada al aprendizaje de lo que fue hace mucho tiempo y que fuimos olvidando en pos de la tecnificación del médico. Entendí entonces que cualquier comentario “técnico” estaba de más y era mejor escuchar las preocupaciones de las parejas, sus miedos y sus creencias, de las cuáles aprendí (por cierto) mucho más que en cualquier aula de cualquier hospital de ginecología. Y es que básicamente me introduje de nuevo en la búsqueda de una verdad que siempre ha estado ahí pero que, de alguna manera y desde hace muchos años, alguien con una visión empresarial impresionante tecnificó y tornó intervencionista, convirtiendo un evento magnífico y natural en algo horrible. Leí (otra vez) la Obstetricia de Williams, investigué en Internet, conocí a Lamaze, conocí a David Chamberlain y su Mente del Recién Nacido, leí más de una vez Giving Birth with Confidence de Judith Lothian entre muchos otros textos y me dí cuenta de la gran canallada que vive la mujer actual: un parto (que debería ser tranquilo, natural y hasta placentero) nosotros lo hemos convertido en un evento doloroso, estéril a los sentimientos, plagado de culpas, de sinsabores, de alejamientos y de frío. Lejos de su esposo, la mujer en trabajo de parto permanece aislada, indefensa, vista como enferma y con necesidad de ser atendida. A mi mente acuden imágenes de tantos partos que yo mismo atendí y en ninguno de los cuáles pude ver la luz en los ojos de la madre como los ví en los de mi esposa, ni el destello de vida y dulzura en la primera mirada que un bebe le regala a sus padres. Baste decir que, escéptico todavía, al iniciar el trabajo de parto de Ady traté de apoyarla (¿doulear, quizá?) tal y como ella me enseñó, y noté su calma, su respirar y el beneficio que traía en cada contracción. Al ir manejando rumbo al hospitalllegué a pensar que en determinado momento debería detener el auto y comenzar a atender el parto de mi bebé. Llevaba todo lo necesario, guantes, sábanas estériles, onfalotomo, tijeras quirúrgicas, frazadas, ambu, tubos endotraqueales y larigoscopio, y lo llevaba a mi lado viéndolo de reojo rogando no tener que usarlos. Jamás voy a olvidar la valentía de mi esposa, su entereza y las agallas para no pedir un bloqueo epidural, su parsimonia y su carácter fuerte, dueña de la situación, su ambivalencia entre tranquilidad e incertidumbre disfrazada de un rostro adusto pero feliz, ni sus enormes lágrimas sin llanto que rodaban mejilla abajo durante cada contracción. Cuando por fin Andrea nació, su mirada viva, su carencia de llanto y su apego inmediato al pecho hicieron que ella olvidara el dolor y para mí fue el momento más feliz de toda mi existencia. Sorprendido todavía estoy que a Ady no se la haya colocado ni siquiera una línea endovenosa “para mantener vena permeable”, de que haya entendido innatamente a tal grado su rol que tomara la batuta y dirigiera la orquesta de principio a fin, y de que ella controlara a libre albedrío todo el evento. Increíble que Andrea no llorara como suelen hacerlo todos los bebés que hasta ahora había visto nacer, de que no le fuera cortado el cordón umbilical de inmediato, de que no requiriera con urgencia una cuna radiante, ni ser alejada de nosotros, ni intervenida por manos extrañas a los pocos minutos de nacer. La riqueza de mi experiencia la valoro en dos sentidos, como médico y como papá. Como médico he entendido la importancia de no separar al binomio madre-hijo, de la lactancia materna, del apego inmediato, de la no intervención, pero lo más importante, he aprendido a abrir mi mente a todas las tendencias, a todas las alternativas y a todas las opciones ya que por divergentes que parezcan siempre tienen algo que ofrecer. Como papá estoy eternamente agradecido por ésta magnifica oportunidad y no puedo menos que dejar constancia con éste escrito de mi admiración y respeto a todas aquellas personas que se esfuerzan día con día no solo en los hospitales, sino también en los centros de salud, en las comunidades rurales y en la sierra por seguir haciendo del parto natural el mejor modo de venir a éste mundo. Gracias a Lupe por sus enseñanzas sin las cuáles estaríamos perdidos, a José Luis por su paciencia y excelente trabajo como ginecólogo, al staff del hospital por su apoyo y atenciones, a Horacio por adoptar a mi hija como paciente, a mi abuela Alicia (quien tuvo 5 hijos y todos en su casa) por los sabios consejos para Ady y especialmente gracias a Dios por regalarnos la maravilla de la naturaleza, la experiencia de la paternidad y por demostrarnos con Andrea que aún tiene fe en éste mundo.

Enrique.

Comment

Comment

Parto natural después de 2 cesáreas

Tuve el gusto de conocer esta linda pareja unos 10 días antes de su fecha probable de parto. Este era su cuarto embarazo, 2 primeras cesáreas y un parto vaginal después de 2 cesáreas. Quisiera compartir con ustedes que fue un verdadero placer acompañarlos durante su trabajo de parto, parto y la primera hora con su bebé. Como médico estuvo Alejandro Pliego que no tengo palabras para expresar su calidad humana y pude sentir como el ambiente de respeto y tranquilidad  se contagia, hasta las enfermeras susurraban y  buscaban el pequeño rayo de luz que lograba colarse por las ventanas para trabajar y hacer sus anotaciones!!!!!!!!! Nada de intervenciones y mucha paciencia .  Ellos lograron tener su parto como lo deseaban:  NATURAL y en un ambiente de mucho respeto. Dio a luz a una niña de 3,870 gr, con una circular de cordón.

FATIMA, bienvenida a casa.

Gracias por este gran momento

Patricia Ochoa

Comment

Comment

La llegada de Inés

Desde que nació Inés he tenido la intención de escribir la experiencia de mi parto, no sólo para no olvidarla, sino para poderla compartir. Mientras más leo y escucho las experiencias de otras mujeres, más me convenzo de la importancia de conocer y transmitir las historias de partos como el mío, en el que el respeto y el acompañamiento fueron vitales para convertirlo en mágico.

No voy a decir que no sentí dolor o que dar a luz es algo que se hace como cualquier otra cosa. Lo que sí puedo afirmar es que las sensaciones de dolor e intensidad que viví a lo largo de todo el trabajo de parto son únicas y prácticamente indescriptibles; todavía recuerdo lo difícil que era encontrar una manera cómoda de estar o de pasar la contracción. Sabía, sentía que debía moverme, que debía encontrar posiciones que ayudaran a hacer llevadero el dolor. Curiosamente, mientras más pasa el tiempo, más se desvanecen los “recuerdos sensoriales” (si eso existe) del dolor, y en cambio perduran las emociones: la alegría, la vitalidad, la fuerza. Sobre todo la sorpresa  -la magia- de recibir (y sentir) a Inés en mi pecho.

Se me rompió la fuente a la 1am y llegué al hospital a las 10:30. Tenía casi 8 cm de dilatación, así que buena parte del trabajo lo hicimos en casa. Fue vital la información y guía que Jezreel y yo recibimos a lo largo del curso de Guadalupe: la noche entera estuvimos trabajando: él hacía la maleta; releía los documentos que nos dieron en el curso para reconocer las etapas del parto; tomaba el tiempo de las contracciones… mientras yo cerraba los ojos, buscaba diferentes posiciones para “torear” la siguiente contracción, me movía, vocalizaba.

Ahora veo el proceso del parto como un verdadero viaje (journey es un mejor término). Experiencia llena de sensaciones que como nunca (o casi como nunca, quizá sólo el sexo es también así) está en la piel, en los huesos, en el centro del cuerpo. Y los ojos no se usan. Al menos yo me olvidé de la vista: tengo muy pocos recuerdos visuales; ciertas escenas acaso. Recuerdo más, mucho más, las voces, los ruidos, mi cuerpo. Mi voz vocalizando: abrir la boca y “cantar”: forma casi mágica para aliviar la presión en la cadera, para abrirla y ayudar a conducir -así lo visualizaba yo- a Inés hacia abajo.

Y cerrar los ojos al exterior fue lo que quizá me permitió con toda entereza dejarme llevar hasta el fondo de ese viaje. Allá adentro no existía el tiempo: sólo un presente contundente en el que sólo importaba “este” instante. Y en ese tiempo sin tiempo, esa mirada interna me dejaba “ver” que el dolor era fuerza que ayudaba al movimiento de Inés, y que aunque yo no podía controlar su intensidad ni duración, sí podía cooperar para conducirla. Buena parte de mi viaje consistió entonces en convertir el dolor en fuerza de apertura.

Inés nació en agua, cuatro horas después de que llegamos al hospital. Cada día que pasa me siento más contenta de haber traído a Inés al mundo de esta forma: no sólo rodeada de compañía y soporte (Jezreel, Mercedes y José Eduardo Serratos, mi doctor, fueron fundamentales), sino con toda la confianza y seguridad de que no habría nada que impidiera que todo saliera bien. Con ese acompañamiento pude estar en la intensidad y la fuerza que demanda el parto, pero también en un universo interno, muy íntimo y pacífico, inmersa en unas profundidades de mi conciencia que no conocía hasta ahora.

Me siento muy agradecida de haber sido orientada y apoyada por ustedes. El curso es realmente una maravilla. Es una preparación en serio: no sólo da información, sino confianza y fortaleza. La guía y la compañía de Mercedes el día del parto fueron importantísimas no sólo para mí, sino también para Jezreel, y finalmente para Inés: estoy segura que nacer con tanto respeto, alegría, canto y compañía, es una manera mágica de comenzar la vida.

Nely Maldonad

Comment

1 Comment

Todo en la vida tiene un propósito

Todo en la vida tiene un propósito, cada experiencia es un aprendizaje y un área de oportunidad para el crecimiento personal y la llegada de Leonardo a este mundo no fue la excepción.

Desde antes de estar embarazada teniamos la idea de tener un parto en agua y poco a poco fuimos generando las condiciones para que sucediera, sin embargo para qué son los planes si no para cambiarlos!!!

Al inicio del embarazo íbamos con mi ginecólogo habitual, el cual desde el principio por la edad (35 años) quería programarme una cesárea, con lo que yo por supuesto no estaba de acuerdo. Por recomendación, llegamos a tomar el curso psicoprofiláctico con Guadalupe, Mercedes y María Elena, quienes a su vez nos recomendaron con el Dr. Celaya (Excelente médico pero sobre todo un gran ser humano), llegamos en el quinto mes de embarazo y le expusimos nuestras inquietudes, recalcando por supuesto que teníamos la idea de un parto sin intervenciones y más específicamente en agua; él enseguida me revisó y nos dijo que no había ningún inconveniente y que si mi embarazo se desarrollaba de forma normal podríamos llegar a tener a nuestro bebé como lo planeamos.

El curso nos pareció fantástico, lo que mas nos gustó e impactó fue conocer todos los derechos que tienen tanto la madre como el bebé durante el parto y al nacer, definitivamente el saber te da tranquilidad, seguridad y capacidad de decisión; cabe señalar que durante las sesiones no sólo aprendimos sobre el proceso del embarazo, el parto natural, las respiraciones, etc… También dedicaron un tiempo para mostrarnos las desviaciones que pueden ocurrir, las implicaciones de un bloqueo o de una cesárea y cómo manejarlo; claro en el momento yo pensé: “es bueno saberlo, pero eso no me va a ocurrir a mí”…. Y que creen? Terminé haciendo uso de toda la información que nos dieron, fue muy importante para Pablo y para mí saber lo que iba a suceder y tomarlo con filosofía, pues al final lo único y lo más importante es que mi bebé y yo estuviéramos bien.

Para no hacer la historia muy larga les resumo mi experiencia de la siguiente forma:

Mi doula no pudo ser mi doula; con mi doula suplente no pude comunicarme cuando inició el trabajo de parto; así que nos comunicamos con Mercedes Campiglia, quien por supuesto ya estaba enterada de la inminente llegada de Leonardo y rápidamente se lanzó al hospital con nosotros. Hay situaciones que están destinadas a ser y el que Mercedes nos acompañara en el alumbramiento era una de ellas y estamos profundamente agradecidos por ello.

Después de 15hrs de trabajo de parto, ya en la sala con la tina llena, al llegar a los ocho o nueve cm de dilatación, no recuerdo muy bien, las contracciones en vez de ser cada vez mas fuertes se fueron distanciando hasta los 6 minutos. El Dr. Celaya preocupado por mi cansancio físico y el bienestar del bebé, nos comento que no estaba avanzando y sugirió ponerme bloqueo y oxcitocina para intentar que naciera por parto vaginal, pero nos explicó que solo podía estar así una hora por todo el proceso que ya llevábamos y por la salud de los dos, así que bueno me canalizaron y se me aceleraron de nuevo las contracciones, me pusieron el bloqueo y la oxcitocina ya no fue necesaria, después de una hora no progresó…a quirófano para cesárea!… Justo de lo que estuve huyendo los nueve meses, pero bien dicen que lo que resistes, persiste… al final Leonardo nació muy bien, se lo llevaron 2hrs a incubadora pero en cuanto salí de recuperación me lo llevaron a la habitación pues habíamos solicitado estancia conjunta; en el momento que me lo entregaron me lo puse en el pecho y mágicamente comenzó a tomar calostro, estaba súper despierto y alerta y a partir de ese momento no nos hemos separado.

Bueno, les conté todo lo anterior para llegar a los siguientes puntos:

1. Trabajo de parto sin intervención: Duele? Si, mucho, pero es un dolor con objetivo, el saber que al final de ese proceso va a nacer tu bebe es lo mas alentador del mundo así que no te importa, lo tomas por los cuernos y lo vives con intensidad y pasión; claro sin Mercedes y sin Pablo mi esposo no hubiera resistido tanto, es un trabajo de equipo en donde se combina la experiencia y el amor, todos con un mismo fin. Mercedes muchísimas gracias una vez mas, por estar al pie del cañón y no moverte de nuestro lado un segundo a pesar de que fue agotador y Pablo, bueno que te puedo decir tu apoyo y el tenerte siempre a mi lado fueron mi inspiración para no rendirme.

2. Bloqueo: Invasivo, desde la canalización hasta tener que acostarte en una camilla con contracciones y que te obliguen a hacerte bolita para poder poner el catéter para mi fue una experiencia horrible, es como si tu voluntad y tu voz poco a poco se fueran borrando y tus sentimientos y sufrimiento no importara, pero bueno, un mal necesario y en condiciones muy específicas por que yo ya estaba agotada, el objetivo, el mismo que el punto anterior, el alumbramiento de tu bebe sano!

3. Cesárea: Agresivo en mi experiencia, entran en la jugada de pronto muchas personas, te limpian, te ponen sonda, y te hacen quién sabe cuantos procedimientos para prepararte y ni hablar de que te abren, te mueven todo y te dan un fuerte tirón para poder sacar al bebe, dejas de ser una mujer en trabajo de parto para ser una paciente, pero no hay que perder el objetivo, que tu bebé nazca sano!!

Quiero aclarar que no estoy satanizando ningún procedimiento, solamente les comparto mi experiencia, al final tuvimos que pasar por todo esto para que Leonardo naciera y lo más importante es que los dos estamos perfectamente bien.

El Aprendizaje: el nacimiento de un bebé no es algo que se planea, puedes informarte y elegir tenerlo de la forma que te parezca mejor pero a fin de cuentas es una incógnita como será.

Quiero compartir que soy una persona a la que le gusta planear todo, me gusta tener el control de la situación y si algo me enseñó la llegada de mi hermoso pequeño a este mundo es a trabajar mi flexibilidad, a partir de que Leonardo llego a nuestras vidas nada es como lo planeas y todo es nuevo e inesperado, es maravilloso ser papás y hay que estar abiertos a recibir las experiencias tal y como vienen y disfrutarlo al máximo, si hoy me preguntas lo volverías a vivir todo para ser mamá, sin dudarlo te digo que “SÍ”.

Consejo: ESTAR INFORMADO PARA PODER DECIDIR

1 Comment

Comment

El alivio de un masaje ancestral

Soy Lorena Santillana y llegamos mi esposo Gerardo y yo a EXPERIENCIA con la finalidad de saber todo acerca del nacimiento de nuestra bebé.

Conforme pasaban las sesiones, nos dábamos cuenta que lo que sabíamos acerca del embarazo, el parto y la crianza era muy poco o casi nada.

Sabíamos que en el tercer trimestre las incomodidades físicas para la mamá irían en aumento como por ejemplo, que por el espacio que va ocupando el bebé, tiene dificultad para respirar y no encuentra fácilmente posición al dormir. Sin embargo, lo que no sabíamos es que existe un remedio que alivia la incomodidad, viene de años atrás y que incluso en la actualidad las parteras siguen utilizando: EL MASAJE. Así de sencillo como se oye pero que mi esposo y yo ignorábamos.

Pues así me encontraba yo en la semana 31, verdaderamente incomoda y desesperada de que me costara trabajo respirar. Incluso llegué a ponerme muy nerviosa solo de pensar que si así me sentía a la semana 31, cómo sería a la 38 o cercana la 40. Solo de pensarlo me daba mucha ansiedad, miedo, nerviosismo, mismos que me ponían aun más incomoda.

En una de las sesiones, le comenté a Guadalupe de esa incomodidad y me preguntó si podía darme un masaje para remediar mi problema. Por un momento pensé que era para relajarme, porque le comenté que en esa clase, con un ejercicio de relajación que hicimos, me puse muy ansiosa porque no pude relajarme por lo mismo. Sin embargo, para mi sorpresa se trataba de un masaje que se da para reacomodar a la bebe. Al tiempo que me daba ese masaje, iba sintiendo un profundo alivio y empecé a sentirme relajada.

Preguntó mi esposo si lo podíamos hacer nosotros, pero por muy sencillo que se viera, es algo que solo quien sabe de eso y con experiencia lo puede hacer para evitar lastimar al bebé, y ya lo creo que así debe ser.

A partir de ahí pude dormir, pude respirar y sentirme cómoda y seguir disfrutando esta etapa tan maravillosa en la que estoy.

Actualmente tengo 34 semanas, y puedo decir que me siento mejor que en la semana 31 antes de recibir el masaje, disfrutando el aquí y el ahora y sin estar agobiada o pensando en como me voy a sentir en unas semanas.

Gracias Guadalupe por tu entrega, por compartir tus conocimientos con los cuales haces que los nervios se transformen en gozo y podamos experimentar y disfrutar al 100 nuestro embarazo.

Comment