MAIA
(cuyo nombre en sanscrito significa magia)
A las 4:50 am nació Maia, mi bebita de 2.620 kg envuelta en su grasa blancuzca, dice mi esposo que ya salió maquillada y lista para los escenarios como su madre. Todo lo que sucedió antes de ese momento solo lo puedo describir como magia, o en este caso MAIA.
Con todo mi amor para mi esposo y mi querida hija:
“Porque juntos hacemos magia”
Un embarazo no planeado pero muy deseado nos sorprendió en Febrero, una mezcla de emoción y miedo.
- ¿Nos la aventamos? le pregunté a mi futuro esposo.
- ¡Venga! me respondió.
y así comenzaron los sinsabores del embarazo, a mi gusto aquel que dice que “el embarazo es el mejor estado de la mujer” seguramente es un hombre. Comienza una avalancha de cambios, cambios en el humor, cambios en tu cuerpo, cambios y más cambios para los cuales debo confesar no tenía ni idea de como afrontarlos y/o aceptarlos.
A pesar de todo lo que uno puede vivir durante esa etapa, la mente en mi caso se mantenía firme pensando en un momento, ese momento que sabes hagas lo que hagas tarde o temprano llegará y que debo confesar no me daba miedo, me ATERRORIZABA, me daba PAVOR el parto.
Mi esposo y yo lo habíamos platicado, estaría padrísimo un parto 100% natural, pero si no aguanto pido epidural y si algo sale mal, pues cesárea, “lo importante es que el bb y tú estén bien”, me decía mi esposo. La verdad es que no puedo negar que en silencio deseaba que alguna tontería estuviera rara para poder tener una excusa y no ser yo quien pidiera la cesárea, esperaba que el doctor me dijera algo así como “Eres demasiado estrecha para parir” o “tu bb viene muy grande” o ¡Algo! Para no tener que afrontar ese momento.
Para mi colmo, y para mi fortuna, todo marchó extremadamente bien.
- Hasta ahora todo en orden para un parto natural. me dice mi doctor.
- Que padre… respondí con cierto sarcasmo.
- Ahora solo ve a el curso psicoprofiláctico y prepárate, puede ser en agua o como tú quieras, lo importante es que sea un parto humanizado y que tú seas la que decidas.
Y así llegué a Experiencia.
Soy alguien que a pesar de que siempre he hecho ejercicio y me considero valiente e incluso a quien le gustan los retos ha sufrido ataques de pánico y crisis de ansiedad desde hace mas de 10 años, sufro de crisis vagales (presión baja) o hipoglicemia, la verdad no se bien, lo único que se es que en determinadas ocasiones me desvanezco y un par de veces me he llegado a desmayar, durante el embarazo me sucedió en 4 ocasiones, yo tirada en el suelo, pálida, sudando frio y pensando que me iba. La verdad es que a pesar de que casi no me enfermo, la mente me juega jugarretas, y siempre había creído que mi cuerpo era muy sensible, no puedo tomar café y mucho menos red bull porque me manda al hospital con taquicardia, o si tomo vitaminas, me destrozan el estómago, o si tomo píldoras anticonceptivas las hormonas me vuelven un mar de lágrimas. Digamos que soy muy sensible a las sustancias, por lo que desde hace unos años me mantengo sana a base de remedios naturales. En fin.
El momento llegó.
Viernes por la noche, semana 37 y 1 día, ya llevaba sintiendo a mi bb encajada desde hace un par de semanas, de repente el caminar me costaba trabajo, como si trajera un tampax mal puesto, ese día fui al baño y al limpiarme pude ver el famoso tapón mucoso, le tomé foto y se lo mandé al doctor solo para confirmar que en efecto era eso. Al otro día tenía cita de rutina, así que me dijo que durmiera y mañana me checaba. Solo pude dormir como 3 horas, pensaba que el trabajo de parto podía suceder en cualquier momento pero… nada. Al otro día a las 2 pm me revisó el doc. Si no fuera tan formal seguramente me hubiera dicho ¡Relájate un chingo! pero en vez de eso me dijo “ Tu bb esta en posición pero no está encajada, tu trabajo de parto puede empezar hasta dentro de 3 o 4 semanas, la mayoría de los bbs nacen entre la semana 40 y 41 así que tu tranquila”. Sentí un poco de decepción y alivio.
Ese día el doctor también me informó de todo lo que podía complicarse durante el parto: ¡Desgarre, alergia a la epidural, baja de presión, transfusiones de sangre, sufrimiento fetal, y mas! Estoy consciente que por profesionalismo médico deben de informarte pero de por si yo le tenia miedo al parto y después de escuchar eso debo decir que me subí al coche en silencio y mi esposo solo me preguntó:
-Estas bien?
- No. Le respondí
- ¿Estas asustada?
y ahí rompí en llanto. Lloré todo el camino a casa, traté de calmarme y enfocarme en que mi embarazo ha transcurrido sin eventualidades, “soy una mujer joven y sana” me repetía para mis adentro para tranquilizarme. Pensaba que de aquí a que llegará el momento de dar a luz al menos tendría un par de semanas para olvidar todo lo que me había dicho el doctor. Dos horas después se me rompió la fuente.
Corrí a la regadera para no mojar todo. Desde ahí le hable al doctor.
- ¡Se me rompió la fuente!
- OK, avísame cuando empieces con contracciones.
Pff ahora sí, no había marcha atrás. “Que pase lo que tenga que pasar, mi mente es mi aliado” me dije. Después salí, e hice una pequeña oración con mi esposo.
-Todo saldrá bien. me dijo.
- Lo sé. “Juntos hacemos magia”
A las 9 de la noche comencé con contracciones, literal pequeños cólicos menstruales que duraban unos 40 segundos y se daban en lapsos irregulares, cada 10, 15, 7, 3, 10 min. alcancé a ver Hitch tranquilamente, es de esas pelis que simplemente no me cansan.
-¡Ya tengo contracciones! Le dije al doctor por teléfono.
- OK ahora avísame cuando tengas mas de 2 horas con contracciones cada 3 minutos, eso puede durar hasta 12 horas, te aviso para que no te desesperes.
Colgué y llamé a mi Doula Mercedes. Casi lo olvido. Me había informado que ese fin de semana estaría de viaje, ¡Jamás creímos que mi parto sería en esa semana! Me endosó con Paty e hicimos click en seguida por teléfono, me dio calma y me dijo que le estuviera llamando. Era raro que alguien a quien nunca había conocido fuera a estar conmigo en ese momento tan importante, pero me vibró muy padre por teléfono, son esas cosas que fluyen y hay que dejarlas fluir. Por si fuera poco el pediatra que habíamos pensado también estaba de viaje, así que no tenía ni idea de quien recibiría a mi hija.
-Yo llevo uno me dijo el doctor. Tú no te preocupes.
- Ok.
10:30 pm mis contracciones de ser irregulares pasaron a ser cada 3 minutos y durar unos 50 segundos. La intensidad subió, ya no podía mantenerme sentada, necesitaba moverme, caminar, recargarme en la orilla de la cama, respirar en cada contracción. El tiempo perdió proporción, a la media noche mis contracciones eran cada 2 minutos y duraban un poco mas de un minuto, para este momento no podía moverme cuando llegaba una. El dolor era muy intenso. Sentía como se irradiaba desde mi espalda baja, pasando por mi cadera e incluso hasta las piernas. Era una mezcla de cólico con calambre. Le llamé de nuevo al doctor.
-Doc ya pasaron 2 horas con contracciones cada 3 minutos ¡Y ahora son cada 2! ¡¿Ahora qué hago?!
-Ahora avísame cuando te quieras ir al hospital.
- pff ¿Pero cuándo es eso?
- Cuando tú me digas, solo recuerda que quienes se van demasiado pronto al hospital la mayoría termina en cesárea.
“¿Demasiado pronto?” ¿Cómo sabré si es “demasiado pronto”? ¡¿Que tal si mi hija nace en el excusado de mi casa, que tal si nace en el camino al hospital, que tal si me voy y llego y me dicen que tengo 1 cm. de dilatación?! Me invadían miles de preguntas sin respuesta. A las 2 de la mañana no pude mas. Una contracción hizo que me mareara y me asusté, el dolor era demasiado.
-Ya me quiero ir al hospital y me vale si me regresan le dije a mi esposo.
-Lo que tú digas, si te quieres ir, nos vamos.
Le llamé al doctor y le dije que ya me iba para allá. Paty, la doula con quien estuve hablando a cada ratito ya iba en camino. Pedimos el uber y creo que ese fue el mayor reto. El movimiento del coche era insoportable. Me fui hincada en el asiento de atrás abrazada a mi esposo. En cada contracción le pedía al conductor que se detuviera. La verdad pobrecito seguro podía imaginar los titulares del día siguiente “Mujer da a luz en uber en pleno viaducto”. Llegamos al hospital y en cada contracción el mundo se detenía. Sorprendentemente era soportable, me calmaba saber que sea lo que sea, pasaría en un par de segundos.
Subimos a la sala de partos y me checó el asistente de mi doctor.
-Tienes 4 cm. de dilatación, pero tu cuello uterino esta bastante delgado lo cual es muy bueno, ¿Te quieres ir a tu casa?
- ¡NO! ¡Por supuesto que no! ¡Aquí nos quedamos! Le dije.
Pareciera que mi cuerpo entendió que el verdadero trabajo de parto había llegado. Me preguntaba que tanto podría subir la intensidad del dolor y eso me asustaba. De repente mi cuerpo temblaba involuntariamente como sucedía en mis ataques de pánico. “No me voy a permitir perder el control, mi mente es mi aliado, si no te sirve un pensamiento deséchalo” me repetía mentalmente una y otra vez. De pronto durante cada contracción me comenzaba a salir sangre. Pregunté si era normal y me dijeron que sí, así que traté de no darle importancia. Paty me sugirió meterme a la regadera, lo intenté pero el agua caliente duró tan solo un par de minutos, así que temblando ya no se si de miedo o de frío me sequé y permanecí afuera. Comenzaron a llenar la tina. Para esto yo me había acomodado, perdonen que sea tan gráfica pero en 4 sobre la camilla. Debido a los mareos que había tenido, sentía que esa posición me ayudaba a que la sangre fluyera mejor a mi cerebro y el que mi cadera no estuviera tocando nada me daba cierta sensación de que flotaba. Paty y mi esposo comenzaron a apretarme la cadera hacia adentro en cada contracción, eso me ayudó mucho, era como si me contuvieran de tal expansión. Al poco tiempo le dije a Paty.
- Oye ya siento ganas de pujar, ¿Me pueden checar?
- Iré por alguien. Dijo Paty.
- Normalmente se dilata 1 cm cada hora pero si quieres te checo. Me dijo el asistente del doctor que por cierto aún no llegaba.
- Sí, chécame.
- Tienes… ¡nueve de dilatación!
Gracias a Dios, la verdad es que si me hubiera dicho 5 en ese momento hubiera pedido epidural o no se, pero el saber que tenía 9 cm. y que pronto conocería a mi bb me hizo seguir adelante. Me quedé sorprendida, durante los últimos meses de embarazo había decretado una y otra vez todos los días mientras me bañaba “Mi dilatación es rápida, mis contracciones son tolerables, mi actitud es serena.” Y así fue.
A los 20 minutos comencé a pujar. No me había dado cuenta pero ya estaba ahí mi doctor y la pediatra, la verdad es que no me importaba quien estuviera o no. Mi cuerpo me decía que hacer, estaba conectada con mi hija, la podía sentir avanzando hacia este mundo y solo debía ayudarla a salir, era ella y yo y nadie mas.
A las 4:40 de la mañana lance mi primer grito de dolor, con el cual la cabeza de mi hija se asomó. A las 4:45, lance el segundo, con el cual la cabeza salió, no hubo un tercer grito. A las 4:50 mi bb nació. Mi esposo la recibió tal y como lo habíamos puesto en nuestro plan de parto, la música que habíamos decidido también se escuchaba y yo descalza como mujer de playa. Mi esposo puso a Maia sobre mi pecho. El dolor cesó. Me sentía una guerrera, me sentía llena de vida. “ Si pude con esto, puedo con lo que venga” pensé.
Mi hija llegó como ella quiso. Ella quiso nacer así y quién era yo para dejar que mis miedos se lo impidieran. Es ella quien me enseñó como hacerlo. Quise un parto natural para que mi bb comience a tomar sus propias decisiones desde el comienzo, que ella decida su forma de nacer, que ella luche por llegar a este mundo y lo hizo. Lo hizo maravillosamente bien. Recibió un 9 - 9 de apgar, yo no tuve desgarre ni nada y mi esposo tampoco se desmayó, así que solo me queda agradecer. Lo que puedo decir de la experiencia de dar a luz es que el tiempo se diluye, la gente, los ruidos, la realidad se nubla, uno entra en trance y otra dimensión se abre, es un momento lleno de “Magia” o en este caso para mi, lleno de MAIA.
Paus