Un parto Australiano, Argentino y Mexicano.
Apenas me enteré que estaba embarzada, estaba feliz. Pero tambien me despertaba a la mañana o después de una siesta y pensaba que tenia que atravesar el parto. Se me aparecía como algo obviamente inevitable, pero que me daba nervios, miedo, pensamientos de dolor. Asi que decidí informarme y empezar a mirar videos, a leer. Por mas de que cada parto es único e impredescible, me di cuenta que podía prepararme y crear un plan con cosas que me gustaría, modos, posiciones y demás. Llevo dos años y medio viviendo en Melbourne, Australia y con Nacho confíamos en el hospital público, el Royal Womens Hospital. Contrario a lo que hubiese pasado en Argentina, en cada visita al hopsital me atendía una partera u obstetra diferente y el día del parto era el día donde iba a conocer a mi partera u obstetra.
La experiencia en el hospital fue un lujo. A causa del COVID-19, se suspendió el curso de pre-parto y Mamá tuvo la genial idea de contactarme con Patricia, una amiga mexicana, doula, quien estaba ofreciendo el curso de preparto “Experiencia” por ZOOM a causa de COVID-19. El grupo en México se conectaba los lunes y por Australia el horario quedaba para martes.
Fue una preparación especial, donde el parto se presentó como una experiencia a atravesar y en lo posible, un momento donde yo podia sentar las bases para tener el parto que me imaginaba. Por sobre todo se hablaba de que la mujer y su cuerpo, saben parir y que era un trabajo en conjunto con el bebé. A partir de ahi el parto me emocionaba, sin saber mucho que iba a pasar, el nacimiento de Rafael iba a ser un momento único.
21/07/20
11:30 PM
Le dije a Nachito: “Yo aunque rompa bolsa termino este asadito y despues me voy al hospital”. Nos estabamos yendo a dormir, todo normal, hasta que sentí un chorro de agua que corría por mis piernas. “Chino….” le dije desde la otra punta del pasillo. “Creo que rompí bolsa…” Nos encontramos en el baño, unos nervios, un tembleque, me metí adentro de la bañadera para no manchar. Unas sonrisas nerviosas los dos. Llamamos al hospital, la partera me hizo un par de preguntas y me dijo que empiece a caminar y que la llamara en una hora… Empecé a caminar por la casa y caía el agua y arrancaban las contracciones. Ahí me subí a la pelota en el cuarto, era impresionante como se acentuaban las contracciones y empezaba el trabajo. Se espaciaban cada dos minutos, duraban un minuto. Nacho prendió un hornito con Oleo 31 y me contaba las contracciones desde la cama, mientras yo me movie arriba de la pelota. Era tal la mezcla de nervios, de emoción, de intriga, de sentimientos nuevos. Respetamos la hora, llamamos y nos hicieron ir. En el auto se hicieron mas fuertes. Cuando llegamos a Emergencia se empezaban a acentuar. Tardaron un ratito en atendernos, y tal vez era poco pero parecia mucho! Nacho me hacia presión en la espalda cada vez que venían. No tardaban mas de dos minutos en llegar. Yo me apoyaba contra la pared, metía la cabeza entre mis brazos, cerraba los ojos, le decia: “Ahi vienen ahi vienen”. Él en un segundo estaba haciéndome masajes. Me revisaron en un cuarto sin Nacho por COVID-19 y me costó muchísimo porque me dejaron pasar alrededor de seis tandas de contracciones sin él. Ya empezaba a hacer un poco de gemidos por el dolor, hasta que lo dejaron entrar. Ahi nos vino a buscar Molly, quien atendio nuestro llamado y nos fuimos a una sala en el hospital a que ella me revisara. Frenábamos a cada minuto en el pasillo por las contracciones, ella iba atendiendo en su celular a las mujeres que llamaban para contar que habían roto bolsa o que habían arrancado con contracciones. Me acostó en una cama, me hizo una evaluación y salió un montón de agua. Me dijo que estaba 4 cm dilatada y que pasaba a la sala de partos. ¡¡¡Que nervios!!! Antes de entrar me pregunto si tenía alguna idea de como me imaginaba el parto. Le dije, muy nerviosamente y ya con mucho dolor, básicamente como podia, que me imaginaba un parto activo, usando la pelota, la ducha, la bañadera y que no sabía si iba a aguantar o no, pero que no quería la epidural. La idea de un parto sin anestesia fue una idea que anduve reflexionando durante un tiempo largo. En el curso me habían contado sobre como el cuerpo y la mujer sabian parir, como era mejor evitar cualquier tipo de medicación que le llegara tanto a Rafael como a mi, y como mi recuperación iba a ser más veloz. Además, iba a poder sentir todo lo que pasara, iba a poder estar en movimiento y participar activamente del nacimiento de Rafael.
22/07/20
1:30 AM aproximadamente.
Gracias a Dios la sala de parto sólo quedaba a dos pasos, pero las parteras tardaron devuelta un poquito en llegar y a mi me parecían años. “Porque no llega nadie?” le decia a Nacho bastante desesperada. Seguro que no tardaban nada pero, ¡a mi me parecian siglos! Y llegaron Olivia y Nun, mis dos parteras de turno, fueron increíbles. Nun, una estudiante de medicina. Ahi, ya muerta de calor y con el cuerpo que hacia de las suyas, tratando de atajarle el ritmo, me habia sacado toda la ropa, y estaba arriba de la pelota, moviéndome para poder pasar las contracciones. Habiamos decidido no bajar las valijas; donde teníamos ropa, Gatorades, barritas de cereales, gomitas, todos elementos para atravesar el parto, por si nos mandaban devuelta a casa. Nacho todavia tenía que ir al auto a buscar las valijas, me daba terror el sólo pensarlo. Pero al final estuvo bueno. Antes del parto, me daba vergüenza pensar en vocalizar o de ver que era lo que mi cuerpo pedía para poder atravesar el dolor. Al tener que pasar varias tandas de contracciones sin Nacho me tuve que concentrar con todas mis energías y agarrar alguna herramienta para atravesarlas. La elegida: la voz! Apenas se fue Nacho, me dejaron pasar a la ducha y ahi estuve trabajando un rato, empecé a vocalizar. Si es que se puede decir vocalizar. Era mas bien acompañar el dolor con un ruido que me salía de adentro. Trataba de hacerlo grave porque me habian enseñado que eso me iba a ayudar. Era durísimo estar sin Nacho y empezar a experimentar las contracciones, pero el agua me hacia tan bien. Hacia sentadillas abajo del agua cuando venian, respiraba y acompañaba cada contraccion con este gemido. Y llegó Nacho, seguro que no entendió nada cuando me vio gimiendo, haciendo ruidos y con los ojos cerrados, agarrándome de la varanda del baño como si fuese lo último que me salvara. No podia perder la concentración. Nacho ahí me dejó un espacio, y estuvo más que bien. Estaba con el traje de baño puesto, listo para entrar pero siento que percibió que no nos veia a los dos ahí, yo tenia que atajarlas con todo mi cuerpo. Después me hicieron pasar a la bañadera. Me daba un miedo cambiar de posición, en eso Nacho me ayudó un montón. Sin él, nada hubiera pasado. Y fuimos a la bañadera, me pusieron una toalla en la cabecera, me acosté, Nacho sentado al lado de mi cabeza. Me agarraba la cabeza, me hacia mimitos, me tiraba agua fría, me daba agua, gatorade, todo. Siempre ahí. Respiraba conmigo, vocalizaba conmigo, gritaba conmigo. Me decía que venía muy bien. Las parteras me guiaban, y el cuerpo, impresionantemente también. Se me dió por empezar a hacer un vaivén de lado a lado para atravesar cada tanda. A veces, era tal la intensidad del movimiento de cada contracción, de lo que hacía mi cuerpo, que derrepente me quedaba sin aire, como si convulsionara. Ese era el pico, y gritaba un poco. No lo decidia yo, era lo que salia, lo que me ayudaba a expresar y sacar para afuera, y atravesar… Y Nacho y las parteras me alentaban. Cuando entré al cuarto me di cuenta de que quedaba en frente a la recepción de las parteras y graciosamente, a veces pensaba en ellas, pobres, que me estarían escuchando. El dolor obviamente que era doloroso, pero lo que más me preocupaba era el CANSANCIO. Entre contracción y contracción (o período de contracciones, porque no era una, era un set de olas) me relajaba, Nachin me ayudaba, casi que llegaba a dormirme, hasta que sentía que venia devuelta, me daba miedo, pero trataba de pensar en ir de a poco, usaba la cabeza para eso. “Ahi viene ahi viene” Primero la primera, y la que sigue, respirando, viene esta, sigue la otra y después empieza a bajar. Pensaba en Patricia, mi gran profesora de parto, en Flor, una amiga que me habia hablado de las contracciones como “intensidades”, en Mamá que tuvo siete hijos y en la epidural. A esta última no la quería ni mencionar ni gastar mucha fuerza de pensamiento en ella. Tenía que usar toda la energía para focalizarme. Y Nacho me decía que venía bárbaro, eso me alentaba tanto. La idea de tener un parto sin medicamento fue una decisión compartida, entrábamos como equipo, los dos teníamos que estar de acuerdo. En la mitad del baño me tomaban la presión, lo escuchaban a Rafael. En la mitad, o en algún momento, no lo se, me hicieron otra evaluación. Eso fue de lo peor. Acostada de costado, mojada en la cama, con las contracciones que venían, sin el calor del agua, casi que me atragantaba del dolor. Olivia, me preguntaba antes de contarme, si queria saber cuanto estaba de ditalada.
7 cm de dilatacion a las 4 AM.
Pasaba el tiempo en un reloj enorme al lado de la bañadera, no quería ni mirarlo, igual casi que no lo mire, estaba tan concentrada, todo el tiempo con los ojos cerrados, pero siempre que quería mirarlo a Nachito, el estaba ahí. Devuelta a la bañadera. Y después de un tiempo, que ya no habia mucho descanso entre contracciones, o eran tres sets seguidos, a Rafa no se le escuchaba muy bien el ritmo del corazón, me hicieron salir de la bañadera, y pasar a la cama. Después me enteré que habia estado tres horas metida en el agua…
Alentando una nueva posición, cuatro patas que no me gustó para nada, termine arrodillada agarrándome de la cabecera de la cama. Nachito siempre al lado, abria los ojos y estaba ahi. No sé cuanto tiempo pasé en esa posición. Nacho me hacía masajes en los pies, en las piernas. Le pusieron como un marcapasos a Rafa en la cabeza, se escuchaban sus latidos en todo el cuarto. Momentos duros donde me pusieron acostada para evaluarme. Y en un momento las parteras me invitaron a pujar. Cuando venia la contracción, la sensación era pujar como para ir al bano. Fue raro, una presión fuertísima que bajaba por todo mi cuerpo, pero así se hicieron mas llevaderas. Nunca escuché, pero Nacho me contó despues que estaba completamente dilatada, claramente por eso arranque a pujar. Las luces del cuarto siempre estuvieron bajísimas, creando una atmósfera de intimidad especial, y miraban el progreso con una linterna y un espejo. Al principio seguía pujando con ruido, pero le pedí a Olivia que me guíe. Me dijo que el sonido me sacaba fuerza, que pruebe respirar, contener y pujar con todas mis fuerzas. Pujamos arrodillados, pujamos en cuclillas, de ambos costados con una pata levantada. Ahi Nachin me agarraba de la mano y me apoyaba en el para hacer fuerza y pujar. Pujamos un ratazo largo largo, puje tanto y con tanta fuerza que al final del parto me quedaron pequitas de sangre por toda la cara. Digo “pujamos” porque eramos Rafael, Nacho y yo, un trabajo en equipo. Después de un tiempo, vino la jefa de las parteras y me recomendó que hiciésemos una episotomía. Siempre preguntando, sugiriendo. Diciéndome todos que ya estaba ahi, que faltaba poco, que Rafael ya llegaba. Mientras preparaban todo, seguia pujando, con fuerzas renovadas asi tal vez, podia evitar la intervención. Me palpaban el perineo y me lo abrian de a poco, como para ir estirandolo. Nacho me invitó a rezar y rezamos un poquito agarrados de la mano. A la epidural nunca me la ofrecieron y nunca la pedi. Seguían los latidos de Rafa y pensaba en lo que cansado que el seguro tambien debia de estar ahi adentro. Vino una obstertra e hizo la episotomía, me dijo que me podía doler…Ni me la acuerdo, un pinchacito, lo que sea para que llegue Rafael que seguia tardando pero que estaba cada vez más cerca. Yo transpiraba ya por todos lados de la fuerza. Y como el corazón de Rafael se empezaba a cansar, empezaron a entrar más médicos. A esta parte no me la acuerdo mucho, pero Nacho me dijo que la sala se convirtió en un estadio donde aparecieron mas obstetras para mirar, aconsejar y hacer. En mis momentos de descanso, los médicos se presentaban con su nombre y me pedian permiso para verme pujar. Agarrada a una palanca y a la mano de Nacho mientras él me agarraba de una pierna para ayduarme a hacer fuerza, di los ulitmos pujes. No tenía mas fuerza pero igual, me pedían que puje, y yo pujaba. Esta vez me aconsejaron que pujara más despacito , y salió la cabeza… pero se le trabaron los hombritos!! Médicos y parteras me sostuvieron y mientras pujaba, lo empujaron a Rafael también presionando mi panza. Ya no escuchaba mucho los latidos de Rafael, no se si era el cansancio del trabajo o la inevitabilidad del momento o no escucharlo y le dije a Nacho: “Que lo saquen ya!!!” Pobre Nacho, que miraba todo, que podia hacer el!! Lo mas importante es que se quedo al lado mio… Y…..SALIO!!!!!
6:45 AM
Todo calentito, pegajoso, chiquito, amoroso. Me lo pusieron arriba de la panza. A esos ojitos que me miraban desde la panza, con un llanto amoroso y tembloroso y las manitos que iban para todos lados, no me lo olvido mas. Hola Rafael!!! Me presente: soy Elisa tu mamá, el es Nacho tu papá, te queremos mucho Rafael, te estabamos esperando…
Despues de una hora, donde Nacho cortó el cordón, me cosieron y estuvimos en contacto piel con piel con Rafael, me levanté de la cama y me fui a bañar, como si nada hubiera pasado. Nos fuimos los tres, Nacho con las valijas, yo empujando a nuestro tesorito en su carrito, caminando victoriosos al cuarto de recuperación. Volvería a repetirlo todo devuelta…